París / Kabul / Oviedo

El presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari, advirtió ayer a la comunidad internacional de que «está perdiendo la guerra contra los talibanes» por haber «subestimado la situación sobre el terreno» y por «no haber tomado consciencia de la amplitud del problema».

En una entrevista publicada por el vespertino «Le Monde» -un día después de su reunión con el presidente francés, Nicolas Sarkozy-, Zardari asegura que «los refuerzos militares no son más que una pequeña parte de la respuesta».

«Para ganar el apoyo de la población afgana, hay que aportarle desarrollo económico y probar que podemos no sólo cambiar su vida sino, sobre todo, mejorarla», señala el presidente de Pakistán, quien está convencido de que «la población no asocia la intervención militar con un futuro mejor».

EE UU y sus aliados deberían planificar a largo plazo porque «el éxito de los insurgentes es saber esperar» ya que «tienen el tiempo a su favor», agrega Zardari, quien no cree, sin embargo, que los talibanes recuperen el poder en Afganistán.

Las declaraciones de Zardari han sido muy mal acogidas por la Casa Blanca, cuyo portavoz, Robert Gibbs, aseguró: «No creo que el presidente (Obama) esté de acuerdo con las conclusiones de Zardari».

Mientras, sobre el terreno, los talibanes atacaron de nuevo la base aérea de Kandahar, la principal de la OTAN en el sur de Afganistán, según admitieron a Efe fuentes oficiales que calificaron de fallido el ataque. El asalto se produjo a las 11.30 de la mañana (09:00 en España). Seis insurgentes arrojaron dos proyectiles con un lanzagranadas, y acto seguido uno de ellos hizo estallar los explosivos que llevaba consigo con la esperanza de romper el cordón de seguridad. «Sólo se mató a sí mismo. Las tropas de la coalición contraatacaron y los mataron a todos. Un soldado extranjero y dos trabajadores de la base resultaron heridos», agregaron las fuentes.

Por otra parte, un tribunal afgano sentenció a diez años de prisión a un alto cargo policial por sus vínculos con el tráfico ilegal de drogas, el primer castigo de este tipo a un responsable gubernamental.