Río de Janeiro, Agencias

Más de 800 soldados de los tres ejércitos, carros de combate provistos de ametralladoras, helicópteros. Con este arsenal, Brasil declaró el jueves la guerra a los narcotraficantes de Río de Janeiro. Si ese día fue la favela de Vila Cruzeiro el escenario de los combates, anoche, al cierre de esta edición, ya estaba todo preparado para el asalto al Complejo del Alemán, donde las fuerzas de seguridad creen que pueden ocultarse dos centenares de narcos huidos de otros barrios deprimidos de la ciudad.

La mayor parte de los soldados, todos con experiencia de combate en áreas urbanas o ex miembros de las fuerzas de la ONU que combatieron a las bandas criminales que actuaban en Puerto Príncipe (Haití), tomaron posiciones el jueves en los accesos a las dos favelas más peligrosas de Río, donde se esconden los pistoleros responsables de una ola de violencia que ha dejado, desde el sábado, 30 muertos y 96 vehículos incendiados.

«Estaremos en un área de conflicto. La misión que recibimos es precisa: otorgar seguridad. Pero tenemos armas y las usaremos si es necesario», advirtió el general Adriano Pereria, que coordina el apoyo militar a las operaciones de la Policía de la ciudad.

Vila Cruzeiro, considerada la favela más peligrosa de Río, fue ocupada el jueves por la Policía en una exitosa operación que contó con el apoyo de seis tanquetas blindadas de la Marina de Guerra. Pero al menos 200 pistoleros que se encontraban en su interior protagonizaron una fuga masiva hacia el Complejo del Alemán, un conjunto de barriadas pobres también controlado por el «Comando Vermelho» («Comando Rojo»), la mayor organización criminal de la ciudad y a la que se le atribuyen los ataques de los últimos días.

Tras el éxito del operativo en Vila Cruzeiro, el gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral, decidió pedir más apoyo de las Fuerzas Armadas y fue rápidamente atendido por el presidente, Luiz Inácio Lula da Silva. Además de los 800 miembros de un batallón de Paracaidistas del Ejército, el Ministerio de Defensa autorizó ayer el uso de diez tanquetas blindadas y tres helicópteros de la Fuerza Aérea.

«Se trata de un día histórico. Las fuerzas armadas y las civiles estamos hermanadas en este desafío. No tengo duda de que el apoyo militar será de enorme importancia para que podamos reconquistar territorios (favelas controladas por criminales)», afirmó Cabral.

La situación de orden público en Río de Janeiro era más tranquila ayer, tras cuatro días consecutivos de violencia. En la mayoría de los ataques los pistoleros bloquearon importantes vías de la ciudad, asaltaron a los conductores de los vehículos y, tras ordenar a sus pasajeros que los abandonaran, les prendieron fuego en medio de la calle.

Mientras tanto, el presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), Ricardo Teixeira, prometió que el Mundial de 2014 tendrá lugar en un «clima de normalidad», pese a la violencia de esta semana. Por su parte, el comité organizador de los Juegos Olímpicos de 2016, que se celebrarán en Río, también prometió que la cita deportiva se desarrollará sin problemas y respaldó los planes para erradicar a los narcos de las favelas.