No hay polideportivos ni zonas verdes, ni canchas como ocurre en Asturias.Es un terreno lleno de maleza y de piedras donde jovenes y niños juegan casi todos descalzos. Hay algunos que la final de los entrenamientos o los partidos del domingo hay que curarles los dedos y las plantas de los pies ensangrentadas.

Ello no supuso un obstáculo para que el asturiano Celso Peyroux, cooperante de Mensajeros de la Paz, que preside el padre Angel, y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, haya puesto en marcha un equipo de fútbol integrado por más de veinte niños y jóvenes de uno de los barrios de Fonds Parisien, término municipal fronterizo con la república Dominicana.

Los dos primeros entrenamientos y toma de contacto han sido muy duros porque, aunque algunos hablan francés, la mayor parte se expresan en

"creole", su lengua materna. Por otro lado y ya en el terreno técnico y practico, todo valía hasta que se acostumbraron al toque del silbato por el

que fueron entrando poco a poco. Sonríen cuando les silban y ahora saben diferenciar las faltas, fueras de juego, bandas, corners y hasta los

penalties que no aceptan de buen grado.

Hay cuatro o cinco niños que podrían estar en Mareo o en una cantera para ser algun dia verdaderos profesionales. Tocan bien el balón, lo desplazan, hacen buenos dribling e intentan imitar a los grandes. Conocen a todos los jugadores de la Selección española y cuando regresan al pueblo, con la caída de la noche (las seis, hora local; la una de la madrugada hora en Asturias), entran todos cantando el himno de la selección ante la sorpresa y gratitud de padres y vecindario.

El cronista tevergano, tras unos dias en Puerto Principe para conocer la tragedia de la capital, está ayudando en la creación de una escuela de

primaria, imparte clases al nuevo profesorado, hace labores domésticas, riega el platanar y tres dias por semana con un partido abierto los domingos se dedica a los jóvenes que adoptaron con gusto la bandera de Asturias como enseña.

Celso Peyroux fue jugador en las categorias regionales durante varios años y colgó definitivamente las botas con el Club Deportivo Teverga con cuarenta años, habiendo entrenado y arbitrado en muchas ocasiones.

Peyroux desea que el cooperante que lo reemplace continue la labor comenzada y hace una llamada a los clubs asturianos para dotar a los jóvenes de uniformes, botas y dos o tres balones.