París, Agencias

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, anunció ayer una reforma legislativa para imponer penas a quienes consulten sitios internet que hagan apología del terrorismo o la violencia, o a quienes viajen al extranjero para adoctrinarse en ese tipo de ideologías.

«Se reprimirá la propagación de ideologías extremistas con un delito en el Código Penal», subrayó Sarkozy en una declaración retransmitida por radio y televisión sobre la operación policial que terminó con la vida del asesino confeso de siete personas en Toulouse y Montauban.

El jefe del Estado francés defendió una operación policial -que ha recibido algunas críticas por no lograr la captura con vida del terrorista- en la que, dijo, «se ha hecho todo lo posible para que respondiera ante la justicia el asesino. No se podía, sin embargo, pensar en exponer vidas con ese objetivo, ya ha habido demasiadas muertes», añadió.

Sarkozy indicó que «hay una investigación en marcha para determinar si tuvo complicidades» en el asesinato de tres niños y un profesor en una escuela judía de Toulouse y de tres militares de religión musulmana, uno en esa misma ciudad y otros dos en la vecina Montauban.

Poco antes de la intervención televisada de Sarkozy, su principal rival en las elecciones presidenciales de abril y mayo, el candidato socialista, François Hollande, había hecho otra declaración solemne sobre el desenlace de la operación policial contra Merah, cuya muerte, sostuvo, «pone fin a una insoportable angustia».

Hollande hizo hincapié en que el autor de las matanzas de Toulouse y Montauban «ha demostrado su extrema peligrosidad» y rindió homenaje por «su valor y su determinación» a las fuerzas del orden por su acción en «una operación eminentemente arriesgada».

Pese a la mesura de las declaraciones de Sarkozy y Hollande, los servicios de prensa y el aparato del Partido Socialista y de la gobernante Unión por un Movimiento Popular (UMP) se cruzaron acusaciones.

El secretario general de la UMP, Jean-François Copé, acusó a Hollande en una entrevista publicada ayer por el diario conservador «Le Figaro» de intentar instrumentalizar las matanzas, a lo que la portavoz del socialista, Delphine Batho, respondió calificando estas declaraciones como «vergonzosas».

Además, Arnaude Montebourg, representante especial de Hollande, abogó por abrir una investigación sobre los asesinatos y comprobar toda la información que estaba a disposición de las fuerzas de seguridad y que no fue utilizada.

Por su parte, la líder ultraderechista Marine Le Pen, candidata por el Frente Nacional, acusó al Gobierno de permitir que radicales islamistas se hayan hecho con el control de los suburbios de las grandes ciudades y reclamó una revisión de la política de seguridad.

«El Gobierno está asustado», añadió Le Pen en una entrevista en la que retomó su discurso más duro en materia de seguridad. «Llevo diciendo esto diez años, barrios enteros están en manos de fundamentalistas islámicos», remachó.

La campaña electoral de las presidenciales, interrumpida el lunes tras la masacre del colegio judío, se reanudó ayer. Tanto el candidato centrista, François Bayrou, como el del Frente de Izquierda, Jean-Luc Mélenchon, se mostraron disconformes con el parón, porque, a su entender, suponía conceder relevancia al asesino.

Una nueva encuesta confirmó ayer que Sarkozy, a quien se daba por desahuciado hace unas semanas, se recupera. El sondeo, de BVA, no le da, a diferencia de otros, ganador en primera vuelta, pero, con un 28% de votos, reduce su desventaja frente a Hollande, a quien concede el 29,5%. La encuesta, realizada antes del asedio y muerte del asesino de Toulouse, da ganador a Hollande en la segunda vuelta por 54% a 48%. La gran sorpresa es Mélenchon, que con un 14% se sitúa por encima de Bayrou y de Marine Le Pen.