Saná, Agencias

El nuevo presidente yemení, Abdo Rabo Mansur Hadi, tomó ayer posesión del cargo en una ceremonia en la sede del Parlamento que supone, tras un año de revuelta popular, el fin a más de tres décadas de mandato de Alí Abdalá Saleh. La llegada de Hadi al poder fue recibida por Al Qaeda con un atentado en el sur del país que dejó 26 muertos.

Ante representantes de todas las fuerzas políticas, Hadi hizo un llamamiento a la unidad de los yemeníes y advirtió de que «el caos es una probable alternativa para el país» si fracasa el proceso de transición.

El atentado suicida con coche bomba en la provincia de Hadramut que causó poco después más de 25 muertos y que fue reivindicado por Al Qaeda apuntaló estos temores.

El nuevo jefe del Estado yemení, único candidato a los comicios que se celebraron el pasado martes, fue elegido por el 99,8% de los votantes. La cita electoral, en la que participó un 65% de los yemeníes con derecho a voto, discurrió con tranquilidad en la mayor parte del país, pero se vio empañada por el boicot y los ataques violentos de los separatistas sureños.

Su nombramiento era de uno de los pasos del plan de transición auspiciado por el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), que estipula que el nuevo presidente lidere el país por un periodo de dos años durante el que se deberá modificar la Constitución y celebrar elecciones generales. Saleh, que asistió a la ceremonia de toma de posesión tras regresar de EE UU, donde recibió tratamiento médico, pidió a los yemeníes que respalden a Hadi.