Teherán, Efe

El presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, negó ayer ante el Parlamento haber mostrado insumisión al líder supremo del país, ayatolá Ali Jamenei, en 2011, cuando éste repuso en su puesto al ministro de Inteligencia, previamente destituido por el dirigente. Ahmadineyad fue sometido a interrogatorio por el Parlamento, algo sin precedentes en los treinta y tres años de la República islámica, lo que podría llevarle a una moción de censura.

Un grupo de diputados ultraconservadores (principalistas) -enfrentados al presidente y con amplia mayoría en la Cámara- le preguntaron por los once días en que Ahmadineyad estuvo ausente de la vida pública tras la reposición del ministro. La ausencia se entendió como un desplante a Jamenei, la máxima autoridad, quien le advirtió de que no sobrevalorara sus capacidades.

Ahmadineyad respondió que no estuvo inactivo: «Esos once días no estuve descansando, estuve trabajando, pues eso (dejar el trabajo público) no es posible para el Gobierno». Los principalistas estiman que Ahmadineyad y su entorno ponen en cuestión el control político y social por parte del poder religioso, personificado en el líder supremo.

Por otra parte, el presidente Obama advirtió ayer a Irán de que la «ventana» abierta para una solución diplomática sobre su programa nuclear «se está reduciendo», e instó a Teherán a comprender que el diálogo «es su mejor apuesta».