Bagdad / Moscú, Agencias

Al menos 52 personas murieron y unas 250 fueron heridas ayer a causa de la explosión de más de treinta bombas en varios puntos de Irak. La ola de atentados se produjo a apenas una semana de la reunión de la cumbre de la Liga Árabe en Bagdad, la primera en el país en cerca de 20 años, considerada el debut de Irak en la arena internacional tras la retirada de las tropas de EE UU el pasado diciembre.

El ataque más mortífero tuvo lugar en Kerbala (centro), donde dos explosiones mataron al menos a 13 personas e hirieron a 48. En Kirkuk (Norte) la explosión de un coche bomba cerca de una Comisaría causó nueve muertos y 42 heridos. En el centro de Bagdad, un coche bomba junto a la sede del Consejo Provincial se saldó con cuatro muertos y once heridos.

El alcance de la macabra oleada podría haber sido mucho mayor, ya que la Policía desactivó ocho bombas en Baquba y otras varias en Faluya y Mosul. La mayoría de las explosiones se produjo junto a retenes y patrullas de la Policía.

Mientras, en Siria, al menos 37 personas murieron, entre ellas dos menores y dos mujeres, según un grupo opositor, en una nueva jornada de violencia que coincide con la presencia en el país de un grupo de observadores de la ONU en misión de evaluación humanitaria. Los rebeldes del Ejército Libre Sirio se retiraron de Deir al Zor (Este), ciudad de mayoría suní, tras dos días de asalto por parte del régimen.

En el plano diplomático, los observadores aprecian un deslizamiento de Rusia, la gran valedora del régimen de Bachar al Asad, hacia un entendimiento con Occidente. Así, su ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, afirmó que Damasco ha cometido «numerosos errores» que han agravado la situación de violencia. Lavrov añadió que Moscú está dispuesto a aprobar una declaración del Consejo de Seguridad que apoye la misión de paz del ex secretario general de la ONU Kofi Annan siempre y cuando no suponga un ultimátum para el Ejecutivo de Asad.

En Túnez, enfrascado en la discusión de su nueva Constitución, el ministro de Interior, Ali Laridi, auguró un enfrentamiento con los salafistas violentos, quienes, a su juicio, constituyen actualmente «el mayor peligro» para su país y a los que el Ejecutivo lleva, sin éxito, pidiendo desde hace un mes que se desarmen.