El dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un, aseguró ayer que el régimen seguirá avanzando en el desarrollo de armas nucleares y ampliará su arsenal, sólo un día después de disparar la tensión con la amenaza de haber entrado en «estado de guerra» con Seúl.

Las fuerzas armadas con capacidad atómica del país «deben ampliarse y reforzarse cualitativa y cuantitativamente hasta que la desnuclearización del mundo sea una realidad», expuso al abrir la sesión plenaria del Partido (único) de los Trabajadores.

En esta inusual sesión -la asamblea no se reunía desde 2010-, Kim definió la nueva estrategia política del régimen comunista en dos pilares: «el progreso de la economía» y «el desarrollo del potencial nuclear» del país. Además, prometió que lanzará al espacio más satélites.

Los medios estatales norcoreanos anunciaron el sábado que los misiles del poderoso Ejército Popular de Corea del Norte están preparados para atacar en «cualquier momento» intereses de Corea del Sur y Estados Unidos.

En la vecina Corea del Sur, a la espera de que Pyongyang dé muestras de intensificar o relajar su campaña de amenazas, el ambiente continúa siendo de total normalidad y los expertos consideran mínimas las posibilidades de un ataque del Norte. Seúl ha anunciado maniobras conjuntas con EE UU para este mes.

El Ejército surcoreano, que cuenta con el apoyo de los 28.500 efectivos de Estados Unidos estacionados en el país, «vigila de cerca los movimientos» norcoreanos. Varios cazabombarderos F-22 (indetectables por los radares) llegaron ayer a Seúl para participar en nuevas maniobras militares. Destinados habitualmente en la base aérea de Kadena (Japón), son los más avanzados del Pentágono. Esta nueva demostración de fuerza tiene lugar después de los sobrevuelos de bombarderos B-52 y B-2 con capacidad para lanzar bombas nucleares, interpretados como provocaciones por Corea del Norte, que se ha declarado en «estado de guerra».