Los rebeldes prorrusos y las tropas ucranianas continuaban ayer librando combates a todo lo largo de la línea del frente, donde los dos bandos habrían vuelto a desplegar parte del armamento pesado que había sido retirado en virtud del alto el fuego suscrito en febrero. El miércoles, esa tregua se hizo añicos con ataques tras los que uno y otro contendiente reconocen más de una veintena de víctimas mortales.

El presidente ucraniano, Petro Poroshenko, reconoció ayer "la amenaza colosal de que se reanuden las acciones militares a gran escala por parte de los grupos terroristas rusos".

"El Ejército ucraniano debe estar preparado para una nueva ofensiva por parte del enemigo. Catorce batallones tácticos rusos, integrados por más de 9.000 efectivos, permanecen en territorio de Ucrania", denunció Poroshenko en el Parlamento.

El Kremlin defendió el derecho constitucional del presidente ruso, Vladimir Putin, a desplegar tropas en el extranjero, tras la reanudación de los combates en el este de Ucrania.

La Cámara alta del Parlamento autorizó en marzo de 2014 a Putin a usar la fuerza en Crimea, con el pretexto de proteger al contingente militar ruso y a la mayoritaria población rusa de la entonces península ucraniana.

Putin no llegó a ejercer ese derecho en Crimea, territorio que fue anexionado tres semanas después por Rusia.

El Kremlin hizo estas afirmaciones horas después de que el Parlamento ucraniano autorizara el despliegue de tropas extranjeras en su territorio a petición expresa de Kiev y con mandato de la ONU o de la UE.

Por su parte, Estados Unidos se declaró preocupado por los combates en el este de Ucrania y advirtió que habrá "consecuencias adicionales" para Rusia si continúa con su "agresión" en ese país, en alusión a las sanciones.

De hecho, Barack Obama presionará este fin de semana a sus colegas europeos del G-7 para que mantengan las sanciones impuestas a Moscú.