Los llamamientos del Estado Islámico y otros grupos yihadistas a que los islamistas radicales de todo el mundo atenten durante el Ramadán, que comenzó el pasado día 18, se plasmaron ayer, día sacro de oración musulmán, en una cadena de atentados en cuatro países de tres continentes (Túnez, Somalia, Francia y Kuwait) que por su sincronización, la truculencia de la puesta en escena del perpetrado en Francia y el ensañamiento con los turistas en Túnez -tres meses después de la masacre del pasado marzo en el Museo del Bardo- obligaron a contener el aliento a millones de personas en todo el mundo y provocaron la más rotunda condena de las principales instancias internacionales.

No menos de 37 personas murieron y otras 36 fueron heridas -dos de ellas se encuentran en estado crítico- en Túnez en un ataque de corte salafista perpetrado por dos terroristas armados con rifles contra turistas alojados en el hotel "Imperial Marhaba" de la cadena española Ríu en Port Al Kantaoui (Susa). No consta que entre las víctimas figuren españoles y sí turistas alemanes, belgas, británicos e irlandeses. Anoche, las respectivas autoridades habían confirmado la muerte de cinco británicos, cuatro belgas y una irlandesa.

Según relataron responsables de seguridad del hotel, a media mañana dos jóvenes con aspecto de turistas llegaron a la playa en una embarcación y comenzaron a disparar de forma indiscriminada sobre los turistas que disfrutaban del sol. Invadidos por el pánico, la mayoría de los turistas trataron de parapetarse tras las tumbonas que rodean la piscina del hotel o huir hacia el vestíbulo del mismo. "Ha sido una auténtica masacre. Empezaron a gritar palabras en árabe y a disparar a todo el mundo. Ha sido el peor día de mi vida", explicó a la agencia Efe Helga, una jubilada alemana.

La Policía tunecina confirmó que uno de los terroristas murió durante el largo tiroteo que siguió al asalto y que el otro atacante logró huir en dirección a la autopista que une Susa con la capital del país. Otras dos personas fueron detenidas.

El ataque es el segundo de este tipo que sufre Túnez en los últimos tres meses, y el tercero desde que el 11 de abril de 2002, un islamista se lanzó al volante de un camión cargado de explosivos contra una sinagoga en Yerba y asesinó a 22 personas, en su mayoría turistas franceses y alemanes.

El pasado 18 de marzo, 24 personas, 22 de ellas turistas extranjeros, entre ellos dos españoles, perdieron la vida acribillados por dos asesinos que irrumpieron a tiros en el museo de El Bardo de la capital tunecina. Ese atentado sumió en la miseria a la industria del turismo de grandes cruceros, un pilar de la golpeada economía tunecina. El de ayer, según todos los especialistas, le ha dado la puntilla, al menos por lo que a la presente temporada se refiere, al sector turístico y ha puesto de manifiesto que el problema terrorista en Túnez es más grave de los que las autoridades admiten.

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