El fiscal general de Egipto, Hisham Barakat, murió ayer horas después de que un atentado con bomba en el noreste de El Cairo le dejase gravemente herido. El ataque fue reivindicado por un grupo poco conocido, el Movimiento de Resistencia Popular, aunque hace poco más de un mes la organización yihadista Wilaya Sina (Provincia del Sinaí), que ha jurado lealtad al Estado Islámico (EI), amenazó con matar a los jueces que han enviado a cientos de islamistas a prisión.

Barakat, de 65 años, fue nombrado para el puesto en julio de 2013, poco después del golpe de estado que derrocó al entonces presidente, el islamista Mohamed Mursi, y, desde entonces, había presentado cargos contra centenares de partidarios de los Hermanos Musulmanes.

Fuentes médicas del Hospital Internacional Al Nozha, donde el fiscal general fue ingresado, explicaron que Barakat falleció tras ser sometido a una intervención quirúrgica debido a una hemorragia interna. Otras ocho personas, entre ellas dos escoltas del primer acusador público egipcio, resultaron heridas en el ataque.

El atentado fue perpetrado con una bomba colocada en un coche aparcado en la avenida Emar ben Yaser, en el barrio de Masr al Gedida y junto a la Academia Militar. La explosión causó importantes destrozos materiales en una treintena de vehículos y en varias viviendas de la zona, según pudo constatar "Efe".

El asesinato de Barakat es el primero de un alto responsable del Estado egipcio en estos dos años de inestabilidad, aunque en septiembre de 2013 otro coche bomba tuvo como blanco el convoy del entonces ministro del Interior, Mohamed Ibrahim, que salió ileso.

A mediados del pasado mayo, poco antes de que Wilaya Sina lanzara su amenaza contra los jueces, tres magistrados perecieron en un ataque contra el microbús en el que viajaban en la ciudad de Al Arish, en el norte de la península del Sinaí.

El domingo por la noche, Wilaya Sina publicó un vídeo del citado atentado contra los jueces en Al Arish, en el que se ve un vehículo siguiendo al microbús y cómo los extremistas abren fuego contra los jueces.

El asesinato del fiscal general se produce la víspera del segundo aniversario de las protestas que desembocaron en el derrocamiento de Mursi y en la posterior persecución policial y judicial contra los Hermanos Musulmanes. El Servicio de Información del Estado (SIS, por sus siglas en inglés) acusó a la cofradía de estar detrás del ataque.

Sin embargo, un portavoz de los Hermanos Musulmanes, Mustafa al Jatib, en declaraciones a título personal, negó la responsabilidad de la cofradía y culpó a los servicios de inteligencia egipcios de haber "orquestado" todo para "distorsionar la imagen de los islamistas".

La explosión causó importantes destrozos materiales en una treintena de vehículos, mientras que del coche en el que estaba colocada la bomba que mató al fiscal general de Egipto solo quedó el motor. La metralla y las ondas expansivas provocaron además la ruptura de los cristales de muchas casas vecinas y daños en tiendas.