Japón, y a sus costados el mundo entero, conmemoró ayer el 70.º aniversario del lanzamiento sobre Hiroshima de una bomba atómica, la primera de la Historia, arrojada por EE UU el 6 de agosto de 1945. Tres días después, el 9 de agosto, una segunda bomba estadounidense cayó sobre Nagasaki, precipitando la capitulación incondicional del Gobierno imperial japonés. La bomba de Hiroshima mató en el acto a unas 70.000 personas, cifra que se elevó a 140.000 en los meses siguientes.

El aniversario de ayer quedó marcado por el rechazo creciente de amplios sectores de la sociedad japonesa a la voluntad del primer ministro, Shinzo Abe, de reinterpretar la Constitución pacifista impuesta por EE UU al Japón derrotado para reforzar el papel del Ejército.

La polémica iniciativa de Abe, germinada en el contexto de un recrudecimiento de las tensiones entre China y sus vecinos, fue criticada en primer lugar por siete asociaciones de supervivientes de la primera bomba atómica, cuyos representantes se reunieron con Abe. A la salida, delegados de las víctimas calificaron de "inconstitucional" el proyecto de ley mediante el que, por primera vez en 68 años, se permitirá a las Fuerzas de Autodefensa (Ejército) operar en el extranjero y defender a aliados en caso de ataque.

"No debemos repetir nuestros errores y hacer de Japón un país donde los muertos por las bombas atómicas no puedan descansar en paz", afirmó Yukio Yoshioka, presidente de uno de los grupos de víctimas, conocidas como "hibakusha" en Japón y cuyo número ronda las 250.000. Similares críticas fueron emitidas por el alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui. La Constitución nipona "es un ejemplo para promover el camino hacia la paz en todo el mundo", subrayó Matsui, mientras que una asociación de "hibakusha" instó a Abe a retirar su iniciativa, "porque podría volver a llevar a Japón a la tragedia de la guerra".

Por su parte, Abe defendió su proyecto de ley asegurando que servirá para prevenir futuros conflictos y que contribuirá a mantener los esfuerzos de Japón para ser un país no belicista. El premier también afirmó que la nueva legislación mantendrá la paz para los japoneses.

Sin embargo, el primer ministro no aludió a las reformas en su intervención pública en Hiroshima, donde, ante 55.000 personas congregadas en el Parque de la Paz, anunció que Japón liderará una iniciativa internacional contra la proliferación nuclear, que se plasmará en una propuesta de declaración de la Asamblea General de la ONU que abogue por la abolición de las armas atómicas.

El primer ministro hizo hincapié en que el mundo conozca la naturaleza inhumana de las armas nucleares y para ello sugirió que líderes mundiales visiten Hiroshima y Nagasaki. Abe dio por sentado que su Gobierno seguirá ofreciendo asistencia a las víctimas supervivientes de la explosión nuclear, cuya edad media supera los 80 años.

En la actualidad, miles de personas afectadas por las bombas del 6 y el 9 de agosto de 1945 siguen necesitando asistencia médica para paliar las consecuencias de las explosiones. Según datos de la Cruz Roja de Japón, 10.687 de esas personas fueron tratadas en sus hospitales en 2014 y casi dos tercios de las muertes registradas entre supervivientes se producen como consecuencia de diferentes tipos de cáncer.