La canciller alemana, Angela Merkel, fue hoy abucheada por un centenar de vecinos de Heidenau, en el este del país, durante una visita simbólica a un centro de refugiados que fue escenario el pasado fin de semana de violentas protestas neonazis.

Entre fuertes medidas de seguridad, Merkel visitó el centro de esta pequeña localidad sajona durante algo más de una hora y al salir exigió "tolerancia cero" contra los xenófobos que atacan a los peticionarios de asilo o los centros donde son acogidos temporalmente.

"Hay cero tolerancia frente a quienes cuestionan la dignidad de otras personas. Hay tolerancia cero frente a aquellos que no están dispuestos a ayudar allí donde legal y humanamente está previsto que se ayude", afirmó.

Tanto su comparecencia final ante los medios como su llegada al albergue -un antiguo centro comercial de material de construcción recién acondicionado- estuvieron enturbiadas por abucheos, pitidos y gritos de un centenar de vecinos de todas las edades, desde jubilados hasta madres jóvenes con carritos.

"¡Preocúpate primero de tu propia gente!", le reprochó a gritos un hombre mayor, condensando de alguna forma el sentir de algunos vecinos de la zona.

Los grupos racistas han azuzado el miedo a la llegada de refugiados, especialmente en las zonas más deprimidas económicamente, y están teniendo especial éxito en el estado de Sajonia.

Los manifestantes de hoy también gritaron "Lügepresse!" ("¡Prensa mentirosa!") a los periodistas, empleando el mismo eslogan que se oía hace medio año en las marchas semanales del movimiento xenófobo Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida) en Dresde, la capital de Sajonia.

Merkel, por su parte, volvió a asegurar, como hizo el lunes, que es "vergonzoso" y "repulsivo" tener que asistir a hechos como los del pasado fin de semana en Heidenau, donde cientos de manifestantes convocados por el partido ultraderechista NPD protestaron violentamente frente al centro de refugiados.

En la madrugada del sábado decenas de neonazis trataron de impedir por la fuerza la entrada de autobuses con peticionarios de asilo, lo que degeneró en choques con la policía en los que los manifestantes arrojaron "piedras, botellas y petardos" a los agentes, causando más de 30 heridos, uno de ellos grave.

Desde entonces un fuerte despliegue policial mantiene acordonado el albergue, que debe acoger a hasta 600 refugiados.

El vicecanciller y ministro de Economía, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, ya visitó el lunes el albergue, donde subrayó que "no hay que dar ni un milímetro a esta turba ultraderechista".

Esto ha hecho que se multipliquen las llamadas insultantes y amenazantes a la sede central de su partido en Berlín, que ayer fue desalojada temporalmente por una falsa amenaza de bomba.

Por su parte, el presidente alemán, el independiente Joachim Gauck, visitó esta mañana otro albergue de refugiados, ubicado en el antiguo ayuntamiento del distrito berlinés de Wilmersdorf.

Los incidentes violentos en torno a centros para peticionarios de asilo se están multiplicando en las últimas semanas, conforme se dispara la cifra de refugiados que entran en el país.

En los seis primeros meses del año se produjeron unos 200 actos contra estos centros, según el Ministerio del Interior, que incluye en su recuento desde la diseminación de propaganda xenófoba hasta ataques incendiarios como el que se produjo en la madrugada del lunes en Nauen, en el este del país.

Alemania revisó drásticamente al alza la semana pasada la cifra de refugiados que espera recibir este año, para situarla en unos 800.000, casi cuatro veces más que el año pasado, cuando registró el mayor influjo desde los años noventa.

Se prevé que el Gobierno alemán decida este septiembre al menos duplicar las ayudas extraordinarias a los municipios y "Länder" para que atiendan a los peticionarios de asilo, que ya en junio elevo de 500 millones a 1.000 millones de euros.

Además, hoy ha anunciado una ayuda urgente de un millón de euros para los refugiados que están cruzando los Balcanes Occidentales y esta semana se comprometió a aceptar a todos los sirios que solicitasen asilo en su territorio, sin pedir su reparto proporcional entre países.