Los refugiados y migrantes que llegan a las puertas de Europa en números sin precedentes con la esperanza de encontrar protección y una vida mejor se han visto atrapados en una Unión Europea sobrepasada por una crisis en la que unos y otros se pasan el testigo del problema sin asumir su responsabilidad común.

Ante la magnitud del problema, muy complejo y nada fácil de resolver, "se demuestra si la idea de Europa y la solidaridad europea prevalecerán" o no, dijo a Efe Astrid Ziebarth, experta en inmigración del German Marshall Fund de EEUU.

Fue en abril cuando una nueva tragedia migratoria frente a la isla italiana de Lampedusa causó una profunda conmoción en Europa y fue el punto de partida de reuniones e intentos fallidos por encontrar una respuesta europea que cinco meses después sigue ausente frente a una crisis de refugiados no vista desde la II Guerra Mundial.

La primera respuesta de la UE se centró en el Mediterráneo, especialmente en Grecia e Italia, pero el problema se ha extendido desde entonces a otros puntos, como Macedonia o Hungría, donde miles de solicitantes de asilo de Siria, Irak y Afganistán, pero también de los propios Balcanes occidentales, llegan para proseguir su viaje hacia países más ricos como Alemania o Suecia.

De ahí que Alemania sienta ahora la "urgencia" de actuar con más decisión, opina Ziebarth, que espera "un impulso" a nivel de la UE hacia una respuesta común.

También la CE espera que las palabras de la canciller alemana, Angela Merkel, y del presidente francés, François Hollande, esta semana a favor de una política común europea de asilo y el reparto por cuotas equitativas tengan "eco" en los demás países.

Pero los dos líderes también instaron a los demás a asumir su responsabilidad a la hora de la recepción de los refugiados al exigir que "todos apliquen plenamente las reglas de asilo acordadas" y reclamar a la CE que vele por el cumplimiento.

En el fondo, unos critican a otros. Los socios acusan a Grecia e Italia de no proceder al registro completo de los inmigrantes que llegan a su territorio, como se establece en la normativa Dublín III, mientras que otros apuntan con el dedo a los países que se oponen a un reparto por cuotas vinculante.

Cantos "al odio"

Mientras, en Bruselas la CE ha defendido a diario la batería de medidas que propuso en mayo y las ayudas que ha desembolsado durante el verano para los países más afectados. Eso sí, para la Comisión, la pelota está en el campo de los países.

El presidente de la CE, Jean-Claude Juncker, ha dicho que "no quiere vivir en una Europa" en la que parte de la población ataca a centros de refugiados y en la que políticos tanto del ala de la izquierda como de la derecha "alimentan el populismo que solo fomenta el resentimiento y no aporta soluciones".

Son esos cantos "al odio y afirmaciones poco cuidadosas las que amenazan uno de nuestros mayores logros, la libertad de movimiento en el espacio Schengen y la superación de fronteras en su interior", advirtió.

En Macedonia se decretó el estado de emergencia ante la masiva entrada de indocumentados y la situación derivó en altercados con la policía, que empleó gases lacrimógenos, granadas aturdidoras y balas de goma para dispersarlos.

En Hungría, el primer ministro conservador, Viktor Orban, quiere un "cierre técnico" de la frontera Serbia y por ello construye una valla de alambrado. Reforzará además la frontera con 2.106 agentes. Y, como Bulgaria, amaga con enviar unidades militares a su frontera meridional.

El viceprimer ministro de la República Checa, Andrej Babis, solicitó cerrar las fronteras exteriores de Schengen.

"Nos encontramos en un punto crítico" en cuanto a Schengen, señaló la analista del German Marshall Fund de EEUU.

"Si no conseguimos solidaridad y gestionar las fronteras, será complicado mantenerlo", recalcó.

Mecanismo de reubicación

La CE propondrá dentro de poco un mecanismo permanente de reubicación y una lista común de países de origen seguros, una idea que el Ejecutivo comunitario ya planteó hace nueve años y que permitiría unos procedimientos de devolución más rápidos para inmigrantes sin derecho justificado a solicitar asilo.

Una tarea que tampoco será fácil, advierte Ziebarth. "Lo que no puede ser es que algunos socios consideren poco seguros a los países de los Balcanes que ellos mismos han hecho candidatos a la adhesión de la UE", afirmó.

Mientras los países discuten, Europa está a un paso de contabilizar las 300.000 llegadas de inmigrantes y refugiados desde que empezó este año y 3.000 personas diarias estarán en ruta hacia Serbia en los próximos días, según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Las organizaciones internacionales no creen que la llegada del otoño disuada a esas personas de su intento de llegar a Europa, que seguirá probablemente buscando para entonces una respuesta común.