Sea cual sea el resultado que arrojen las urnas el próximo 8 de noviembre, la campaña para las presidenciales de EE UU habrá sido, en el peor de los casos, un buen negocio para el magnate Donald Trump, el controvertido candidato republicano. En un hecho sin precedentes, las empresas del conglomerado Trump ya se han embolsado 8,2 millones de dólares (7,35 millones de euros) en concepto de servicios prestados a la campaña republicana, según revela la web "Politico".

Estos ingresos provienen de conceptos varios, desde servicios de cátering, seguridad o planificación de actos hasta alquiler de propiedades para el establecimiento en ellas de sedes de organización y seguimiento de la campaña.

Trump se ha convertido así en el primer candidato presidencial que se lucra con la carrera hacia la Casa Blanca. El hecho ya fue denunciado el pasado julio por su rival demócrata, Hillary Clinton, quien lo acusó de "invertir en él mismo los recursos de su campaña".

Lo curioso es que, al parecer, Trump no ha incurrido en delito alguno con este proceder, ya que así se lo permite la estructura de su grupo empresarial, plagado de empresas pantalla, muchas de ellas con sede en el paraíso fiscal de Delaware. Al ser esta estructura muy opaca, resulta difícil establecer una estimación exacta de los beneficios que el magnate está obteniendo de su intento de sentarse en el Despacho Oval.

En cualquier caso, ocho millones de dólares es una gota de agua en el océano de dinero en el que flotan las presidenciales de EE UU. Hasta agosto, la campaña de Hillary Clinton llevaba recaudados 520 millones frente a algo más de 200 de su rival. Una diferencia de recursos importante que se explica por el hecho de que Trump, que ocupa de continuo espacios en los informativos por sus declaraciones altisonantes, ha gastado mucho menos dinero que Clinton en anuncios televisivos, la partida que se lleva la parte del león en los presupuestos de los candidatos. Sin embargo, las recaudaciones de agosto -59,5 millones para Clinton; 49,6 millones para Trump- ya indican que, en la recta final, el polémico magnate no podrá contentarse con la publicidad gratuita de los medios.

Sobre todo cuando el vendaval de republicanos que se desmarcan de su figura está lejos amainar. La última ráfaga huracanada sobre Trump ha sido una carta conjunta en la que 75 exembajadores de EE UU -muchos de ellos nombrados por administraciones republicanas- anuncian que votarán a Hillary Clinton.