Las autoridades alemanas retomaron hoy las investigaciones de varios casos de niños asesinados nunca aclarados, tras aparecer rastros del ADN de un neonazi en los restos de una menor muerta hace quince años, cuya madre se había convertido al islam.

La Policía del estado federado de Turingia (este) creó una comisión especial para reabrir la investigación de al menos dos niños muertos en los años 90, además del caso de Peggy, una niña de nueve años desaparecida en 2001 y cuyos restos fueron hallados el pasado verano en un bosque de dicho "land".

En esa región se movió principalmente el trío neonazi Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU), uno de cuyos miembros, Uwe Böhnhardt, ya fue investigado en su día por la muerte de uno de esos niños.

La semana pasada se reveló que en los restos de Peggy había rastros de ADN del neonazi, detonante de la reapertura de los casos.

La abogada de la madre de la niña recordó hoy ante los medios que su cliente, antes de que su hija desapareciera y fuera asesinada, se había convertido al islam por influencia de su entonces compañero sentimental, de ascendencia turca, y que en ese tiempo solía ir con el pañuelo islámico.

Eludió confirmar o desmentir, en cambio, informaciones publicadas por el diario "Bild", según las cuales la madre recibió poco después de la desaparición de su hija una carta amenazante de contenido neonazi.

Al grupo ultraderechista NSU se le atribuyen hasta ahora los asesinatos de nueve inmigrantes y una agente de la policía, cometidos entre 2000 y 2007, así como atentados con bomba.

Su existencia salió a relucir en 2011, cuando Böhnhardt y su compañero Uwe Mundlos, acosados por la policía tras cometer un atraco, se mataron en una furgoneta.

A ello siguió la voladura de la casa que compartían con Beate Zschäpe, única superviviente del grupo y que es juzgada desde hace tres años y medio en Múnich por terrorismo ultraderechista.

En el vehículo la policía se incautó del arma con la que habían sido asesinados nueve pequeños comerciantes inmigrantes, pero también halló un oso de peluche, un muñeco de plástico, un libro infantil, una pistola de juguete y un zapato de niña.

La revelación de los asesinatos en serie de los inmigrantes provocó un escándalo político y policial en Alemania, porque las fuerzas de seguridad no habían cruzado los datos de las muertes, ocurridas en distintas partes del país, aunque con la misma pistola, y las había atribuido a ajustes de cuentas entre extranjeros.

Las nuevas revelaciones apuntan a que tampoco se investigó debidamente una posible relación de miembros de la banda con la desaparición de menores, pese a los antecedentes de Böhnhardt y el hallazgo de pornografía infantil en un ordenador en poder del grupo.