Las hordas de ilusión que recorrían Washington el 20 de enero de 2009 han dado paso en ocho años a la calma resignada de un país de forjadores de sueños, consciente de que Barack Obama lo ha intentado y sólo en parte ha podido cumplir con las altas expectativas puestas en sus dos mandatos presidenciales.

En la Historia ya está, por eso no hay cuidado. Entró el mismo día en el que fue investido candidato en Denver (Colorado). Desde Kansas, centro geográfico del país, donde nació Ann , su madre, "blanca como la leche" , según la define él en el libro "Dreams from my father", hasta Alaska y Hawai los americanos vieron resurgir la esperanza de volver a vivir en el mejor país de la Tierra. Obama ganó por su carisma y por el color de su piel mulata. Su condición de mestizo atrajo a las urnas a miles de afroamericanos e hispanos, y eso que él nunca ha sido un "brother" ni un negro americano al uso. La violencia racial en las calles y el rebrote del racismo latente permanecen sin resolver.

Sí oír hablar a aquel JFK mulato emocionaba, verlo el día de la toma de posesión ante el Capitolio fue una especie de catarsis. El hombre entusiasta que bailaba con su mujer el "At last" de Etta James interpretado por Beyonce, hoy luce canas, una mirada menos brillante y cierta sonrisa cínica, fruto de ocho años pensando que si se puede (el "Yes, we can" copiado hasta la extenuación), pero que a veces no se debe€Y es que muchas de las promesas electorales de aquel joven exsenador de Chicago se han quedado pendientes en el césped de la Casa Blanca. Estados Unidos ha adquirido independencia energética, pero no es ese paraíso de las energías renovables que el demócrata pintaba en el horizonte. Aquellos empleos verdes que Obama preconizaba se convirtieron en números rojos para muchas empresas, entre ellas una multinacional española metida en serios problemas. La prisión de la base de Guantánamo sigue abierta y los cubanos no pueden conectarse a internet. Eso sí, Obama será recordado como el presidente que tendió puentes a la Isla, a China y a Irán. Demasiados, a juicio del candidato Trump y sus seguidores. El caso cubano puede pasarle factura a Hillary en Florida. El ala dura del exilio, los que nunca votan a los progresistas desde aquella traición de Kennedy, menos lo harán ahora, con los Castro en el poder y una isla con cierta pereza institucional por abrirse a la democracia.

La presunta simpatía de Barack Obama por el Islam, religión de su padre, y su papel en la guerra de Siria, tampoco van en el haber de la presidencia. Es cierto que cumplió su palabra de retirar las tropas de Irán y Afganistán, pero tal vez no de la mejor forma. La muerte de Bin Laden es la gran hazaña de sus dos legislaturas, aunque contrarrestada con el auge del ISIS, la tensión con Arabia y los desmanes de Boko Haram en África.

En política interna, el mayor legado de la administración Obama será el llamado "Obamacare", que redujo el coste de los seguros de salud y expandió coberturas privadas a a cerca de 32 millones de personas. La cara B de esta polémica medida es que en 2019, en el mejor de los casos, aún habrá 26 millones de personas sin seguro. Si gana Trump, que quiere drogar la ley, ir al médico en América será bastante más complicado para las rentas medias y bajas.

El deterioro de las carreteras y de las redes eléctricas, el estancamiento del mercado inmobiliario y la excesiva burocracia administrativa son otros de los problemas a los que se enfrentan los estadounidenses corrientes, por no hablar de las casi inexistentes redes de transporte público, todo ello pesada herencia de anteriores legislaturas.

Obama extendió los derechos LGBT en Estados Unidos, pero también auspició la expansión secreta de un estado de vigilancia a través de escuchas telefónicas y supervisión de correo electrónico. Así que después de ocho años, Harvard sigue siendo una de las universidades de referencia en el mundo, el español no ha conseguido colarse en los documentos federales y Obama se va a casa con un premio Nobel bajo el brazo. Deja inconcluso el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea y pronto comenzará a construir su biblioteca presidencial en Chicago. Los cerezos de Washington volverán a florecer en primavera y tal vez la huerta ecológica de Michelle siga dando frutos. Quien sabe, si gana Hillary y la nombra ministra podrá aprovechar las reuniones para echar un vistazo a los tomates.