El presidente electo de EE UU, Donald Trump, se desdijo ayer de una de sus amenazas de campaña y adelantó que no va a proceder judicialmente contra la exsecretaria de Estado Hillary Clinton por el escándalo de los correos enviados desde su ordenador con supuesto riesgo para la seguridad nacional.

El cambio de postura lo adelantó una de las colaboradoras más estrechas de Trump, Kellyanne Conway, en una entrevista en la que dijo que el magnate "quiere pasar página". Unas horas después, el propio Trump confirmó a "The New York Times" que no tiene intención de volver al tema y que no es algo que le preocupe particularmente.

"No quiero hacer daño a los Clinton", señaló el presidente electo, quien, aunque no descartó de forma absoluta que pueda haber una investigación, dejó claro que no es su intención impulsarla: "Creo que sería muy divisorio para el país", dijo. Durante su campaña, Trump prometió que si ganaba las elecciones designaría a un fiscal especial para investigar a la demócrata Clinton. El FBI, que ya se ocupó del caso, lo dio por cerrado de forma definitiva, considerando que no había indicios de delito.

Aparentemente, el presidente electo tampoco buscará que la ex primera dama sea juzgada por las donaciones recibidas por la Fundación Clinton, que también fueron blanco de sus ataques en los últimos meses. El contraataque de Clinton y de los medios opuestos a Trump en campaña dejó de manifiesto que la propia fundación del magnate tiene algunas sombras de gestión que podrían comprometerle.

El paso atrás en el ataque a Clinton fue el segundo punto descollante de una jornada que Trump comenzó anunciando algunas de las primeras medidas que adoptará como gobernante a partir del 20 de enero. Entre ellas figura a la cabeza la retirada de EE UU del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), que calificó como un "desastre potencial" para los intereses nacionales. El TPP, una iniciativa de libre comercio impulsada por el presidente Obama, no ha sido ratificado todavía por el Congreso, donde ha encontrado una fuerte oposición de parte de los legisladores de la mayoría republicana.

El presidente electo dio cuenta de esta decisión en un vídeo de dos minutos y medio en el que precisó que sustituirá el TPP por tratados bilaterales que, dijo, permitan generar empleos perdidos por acuerdos pasados.

En su mensaje, Trump dijo que ha pedido al equipo de transición que fije acciones ejecutivas para desarrollar "desde el primer día" y que buscarán "restablecer las leyes y recuperar puestos de trabajo". Entre ellas mencionó eliminar restricciones al desarrollo energético, incluyendo las que afectan al "fracking". Además, dijo que por cada regulación que se apruebe "tendrán que eliminarse dos", para reducir la reglamentación de la economía.

En el plano migratorio, Trump anunció que pedirá al departamento de Trabajo que "investigue todos los abusos de programas de visas que socavan las oportunidades de los trabajadores estadounidenses".

Como cuestión más anecdótica que trascendente, Trump expresó al Gobierno británico que vería con buenos ojos el nombramiento del líder xenófobo británico Nigel Farage, impulsor del "Brexit", como embajador. La respuesta de Londres fue concisa y clara: "No hay vacante. Ya tenemos un excelente embajador en Washington".