El líder ruso, Vladímir Putin, ofreció ayer al presidente electo de EE UU, Donald Trump, normalizar las relaciones bilaterales, muy deterioradas en el segundo mandato del demócrata Obama, y forjar una alianza contra el terrorismo internacional. Putin aprovecha así el discurso de buenas intenciones hacia Rusia que, hasta el presente, ha caracterizado al vencedor de las presidenciales estadounidenses. El presidente ruso ya hizo este ofrecimiento en septiembre de 2015, desde la tribuna de la ONU, pero encontró el rechazo de Washington.

"Confiamos en aunar fuerzas con EE UU en la lucha contra una amenaza real y no imaginaria: el terrorismo internacional", dijo Putin en su discurso anual sobre el estado de la nación ante las dos cámaras del Parlamento.

Para dar mayor precisión al alcance de su ofrecimiento, Putin aseguró que esa tarea de lucha antiterrorista "ya la cumplen" los soldados rusos en Siria, país en cuya guerra civil intervienen fuerzas de Moscú desde septiembre de 2015 en apoyo de las tropas gubernamentales del dictador Al Asad, que tienen en él su principal aliado, junto a Irán. Según numerosos analistas, Siria y Rusia quieren acabar con las fuerzas de la resistencia siria -sean yihadistas o no- antes de que Trump asuma la dignidad presidencial el próximo 20 de enero.

Putin, que por primera vez en los últimos años no atribuyó la responsabilidad de las dificultades de la economía rusa a las sanciones de Occidente, proclamó que el Kremlin no está interesado en "antagonismos" "ni busca enemigos" y sostuvo que quiere mantener relaciones con EE UU "en un plano de igualdad".

"La cooperación entre Rusia y EE UU en la solución de problemas globales y regionales beneficia a los intereses de todo el mundo. Tenemos una responsabilidad común a la hora de garantizar la seguridad y la estabilidad internacional", señaló el líder ruso.