Las reacciones de las cancillerías occidentales ante la derrota del primer ministro italiano, Matteo Renzi, en el referéndum sobre la reforma constitucional italiana estuvieron ayer marcadas, ante todo, por la intención de evitar alarmismos derivados de la comparación con resultados de corte populista arrojados por las urnas en los últimos meses.

Para la Casa Blanca, se han abierto paso reacciones que caen en el error de "simplificar excesivamente" el "no" de los italianos a la iniciativa de Renzi al relacionarlo con el referéndum británico sobre la salida de la UE ("Brexit") o con la victoria por sorpresa del populista republicano Donald Trump en las presidenciales de EE UU.

El portavoz del presidente de EE UU, Josh Earnest, recordó que Obama apoyó el pasado octubre las reformas ahora rechazadas, durante una visita de Estado de Renzi a Washington. Sin embargo, a la hora de precisar las consecuencias del rechazo popular pidió no hacer análisis de "brocha gorda" y se centró exclusivamente en la crisis de Gobierno que se abre.

Respecto a las implicaciones económicas de la votación, Earnest explicó que el departamento del Tesoro supervisa la situación económica italiana debido a sus "crecientes señales de volatilidad", relacionadas con la debilidad de su sistema bancario y con su estancamiento económico, aspectos que no citó explícitamente.

En Europa, la canciller alemana, Angela Merkel, se mostró "triste" por la derrota de la reforma constitucional de Renzi, que dijo apoyar, aunque dejó muy claro que se trata "de una decisión interna italiana". El portavoz del Gobierno, Steffen Seibert, garantizó la "estrecha cooperación" que Berlín brindará al sucesor del primer ministro dimitido.

En Bruselas, la Comisión Europea (CE) respiró aliviada por la derrota de la derecha xenófoba y eurófoba en las presidenciales austríacas, al tiempo que consideró un asunto interno la victoria del "no" en el referéndum italiano.

"El referéndum en Italia era sobre un cambio en la Constitución italiana, no sobre Europa", declaró el portavoz jefe de la CE, Margaritis Schinas, quien trasladó a los partidos e instituciones transalpinas la responsabilidad de ofrecer "respuestas políticas convincentes" sin alejarse de una "oleada de reformas" que "debe continuar".

En España, la derrota de Renzi ha sido analizada sobre el telón de fondo del referéndum catalán pedido por los independentistas y Podemos, así como de las peticiones de reforma constitucional de PSOE, Podemos y Ciudadanos.

El vicesecretario de Organización del PP, Fernando Martínez-Maillo, subrayó dos conclusiones de la consulta italiana: que los referendos "los carga el diablo", porque trasladan a los ciudadanos una tarea de los políticos, y que las reformas de la Constitución sólo "hay que hacerlas cuando haya consenso". El dirigente popular resaltó cómo el propio Renzi había convertido el referendum en un plebiscito.

La vicepresidenta del Grupo Socialista en el Parlamento Europeo, Elena Valenciano, consideró que los resultados en Italia no pueden interpretarse como un triunfo del populismo y destacó que en el bando del "no" a Renzi, a quien acusó de exceso de confianza, se encontraba buena parte del "establishment" italiano.

Desde Podemos, su secretario general, Pablo Iglesias, aseguró que si algo hizo bien Renzi fue convocar el referéndum, porque "nunca hay que tener miedo a la democracia" ni a que hablen los ciudadanos. Iglesias, quien recordó que en España no se consultó a los ciudadanos para modificar el artículo 135 de la Constitución, celebró que los italianos se hayan opuesto a la reforma de Renzi, a la que otro dirigente de Podemos, Pablo Bustinduy, acusó de querer "subvertir y alterar el régimen parlamentario" para generar una figura "casi plenipotenciaria del primer ministro".