Martin McGuinness y su partido, el republicano Sinn Fein, intuyeron que en el Ulster había hambre de cambio y acertaron. La dimisión en enero del vicepresidente del Ejecutivo norirlandés provocó la convocatoria de elecciones anticipadas, las segundas en menos de un año. Esos comicios se celebraron este jueves, y a la vista de los resultados, conocidos ayer, hay que pensar que, a la próxima, los republicanos pueden vencer a los unionistas, pues ya les separa un único escaño: 28 para el DUP, 27 para el Sinn Fein.

El desplome del Partido Democrático Unionista, liderado por Arlene Foster, los deja con diez escaños menos de los que tenían hace once meses, aunque, en su descargo, hay que decir que el número de escaños en la Asamblea de Stormont se ha reducido de 108 a 90.

El antiguo brazo político del IRA también pierde escaños, pero sólo uno, y, a cambio obtiene el 27,9% de los votos de primera preferencia, un 4% más, frente al 28,6% de los unionistas.

Detrás de los dos principales partidos quedaron el nacionalista Partido Socialdemócrata y Laborista (SDLP), con 12 escaños, el Partido Unionista del Ulster (UUP), con 10, y el multiconfesional Alianza, con 8, con lo que, por primera vez, las fuerzas protestantes pierden la mayoría en la Cámara.

La clave estuvo en la transferencia de sufragios de otros partidos, según permite el complejo sistema electoral, y en la participación, que fue un 10% superior a la de los últimos comicios: alcanzó el 64,8%, el porcentaje más alto desde las elecciones de 1998, el año en el que se firmó el histórico acuerdo de Viernes Santo para poner fin a casi cuatro décadas de sangriento conflicto.

Ahora, el DUP y el Sinn Fein disponen de tres semanas para negociar la formación del nuevo Gobierno, en un momento en el que sus relaciones, siempre complicadas, son más tensas que nunca: para justificar su dimisión, McGuinness criticó la gestión de Foster en un supuesto caso de corrupción en la política de energías alternativas. Aparte, el Sinn Fein querrá hacer valer su recién adquirida posición de fuerza.

Ante un escenario de bloqueo, la ley prevé que el Ejecutivo británico suspenda la autonomía y gobierne directamente el territorio desde Londres.

"Hoy es un gran día para la igualdad, para la democracia. No queremos volver al orden establecido en el pasado", declaró Michelle O'Neill, al celebrar sus primeros y exitosos resultados como cabeza de cartel de los republicanos en la provincia.

En cambio, Foster puede verse en dificultades, pues al dejar al DUP por debajo de los 30 escaños pierde el poder de veto que ha ejercido en cuestiones como el matrimonio homosexual, el aborto o la política lingüística.

Aunque la reglas del juego han cambiado, Foster recordó ayer que su partido sigue siendo "el más votado" y advirtió que el descalabro no tiene que ver con el citado caso de corrupción, que ha sido, denunció, la "excusa para celebrar nuevos comicios".