Pyongyang elevó ayer de nuevo la tensión en la península coreana con el lanzamiento de cuatro misiles que cayeron cerca la costa de Japón. El alarde balístico del régimen norcoreano es la respuesta a las maniobras militares conjuntas anuales de EE UU y Corea de Sur, en un momento de gran incertidumbre por la llegada de Donald Trump en la Casa Blanca.

Pero también responde a la acusación de Seúl de que el líder norcoreano, Kim Jong-un, ordenó asesinar a su hermano mayor, Kim Jong-nam, envenenándolo en Malasia, lo que ha tensado también las relaciones de Pyongyang con este último país, a cuyo embajador ha ordenado expulsar, y con el aliado chino, bajo cuya protección, al parecer, vivía Kim Jong-nam en Malasia.

Los cuatro proyectiles fueron disparados desde la costa noroccidental del país y volaron unos 1.000 kilómetros hacia el Este, alcanzando una altura máxima de 260 kilómetros antes de caer en el océano, detalló el Estado Mayor Conjunto surcoreano.

Seúl, Washington y Tokio condenaron al unísono la acción, mientras que Pekín dijo oponerse al lanzamiento, que consideró una violación de las resoluciones de la ONU. China, sin embargo, pidió contención a todas las partes.