A los asturianos residentes en Venezuela ya no les sorprende "nada". Ni que el Tribunal Supremo de Justicia invalidase el miércoles al Parlamento del país ni que ayer diese marcha atrás tras pedir el Consejo de Defensa de la Nación una revisión urgente de las sentencias. Están, dicen, "anestesiados" después de meses de polémicas y polémicas. "Un día falta pan, otro día escasea la gasolina, al siguiente cortan la luz sin previo aviso... Estamos acostumbrados a todo esto", asegura al otro lado del teléfono José Antonio Escalera, gijonés de 63 años, que lleva 42 viviendo en Maracaibo. La ovetense Margarita Díaz opina parecido: "Lo que nos dice la familia es que esto último es más de lo mismo. Ya no tienen músculo para luchar, me parece que perdieron la fe".

Díaz habla de la familia, porque ella sigue la crisis venezolana desde la distancia. Hace dos años que volvió a Oviedo con su hija y sus nietos después de 40 años en América, porque "no queríamos que los niños crecieran en un ambiente de inseguridad, de colas en los supermercados y de dificultades para trabajar". Por eso, la familia está dividida y su yerno es uno de los muchos que viven el infierno de Venezuela en primera persona. "Si para algo ha servido (este último capítulo de polémicas) es para que la opinión pública internacional y los gobiernos democráticos de la región y del mundo entero terminen de darse cuenta de que en Venezuela se necesita una solución electoral inmediata", dice su yerno, que prefiere mantenerse en el anonimato.

"En estos momentos cualquier apoyo es importante, sin embargo, está sólo en manos de los venezolanos dirimir las diferencias", continúa diciendo. Para este joven, "lo más difícil es la grave situación de falta de alimentos y medicinas que afecta directamente a toda la población, y que sin una solución política parece imposible de remontar", agrega.

Pese a la continua inestabilidad y el pesimismo que reina en las calles, el gijonés José Antonio Escalera cree que el paso dado por el Tribunal Supremo -aunque luego haya dado marcha atrás- es "importante y esperanzador". "Demuestra que hay fisuras muy grandes en el chavismo y que el Gobierno en algún momento tendrá que ceder". Escalera, que trabaja como asesor fiscal en Maracaibo, sostiene que los últimos acontecimientos deben ser "aprovechados por la oposición para abrir la puerta a unas elecciones locales, que culminen el año que viene con las presidenciales".

El grito de la oposición se oyó ayer por las calles de Caracas. "No más dictadura, fuera Maduro", ese fue el mensaje. Después de meses casi en completo silencio, la última manifestación "dice mucho", según Escalera. "Llevábamos tiempo sin ver una reacción así del pueblo, porque está anestesiado", comenta. "Cuando hablo con mis amigas percibo la desesperanza en sus voces. Y mi hija y mis nietos llevan muy mal la distancia con su padre, pero él tiene trabajo allí y no puede venir todavía", lamenta por su parte Margarita Díaz.

El langreano José Manuel Rodríguez también sigue muy cerca la crisis política y económica del país. Aunque ahora trabaja en La Patagonia Argentina en un pueblo llamado Río Turbio, vivió muchos años en Venezuela y está casado con una venezolana. "Ella tiene a sus dos hijos allí y a toda su familia, por lo que estamos muy preocupados por todo lo que está pasando. Estamos en contacto continuo con ellos a través del Whatsapp", cuenta. Y lo peor es que las conservaciones sobre el infierno venezolano continuarán.