El republicano Devin Nunes, presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, anunció hoy que se inhibe de la investigación sobre los supuestos nexos entre Rusia y el presidente Donald Trump que realiza su comité, ante las dudas éticas planteadas por su comportamiento.

"Creo que es el mejor interés del comité y el Congreso que el legislador Mike Conaway, con la asistencia de los también legisladores Trey Gowdy y Tom Rooney, asuman temporalmente la investigación sobre Rusia mientras el comité de Ética mira el asunto", dijo Nunes en un comunicado.

Nunes señaló que continuará cumpliendo "con el resto de las responsabilidades como presidente del comité", al tiempo que solicitó "hablar ante el comité de Ética lo antes posible para apurar el rechazo de estas denuncias falsas".

De esta forma, el congresista cede a las presiones de demócratas que habían pedido a Nunes que se apartase de la investigación sobre las intromisiones de Rusia en las elecciones de Estados Unidos y sus supuestos vínculos con Trump, al considerar que sus visiones han sido influidas por el equipo del gobernante.

Nunes trabajó estrechamente con el equipo de Trump durante la etapa de transición hasta que el magnate tomó posesión como presidente el pasado 20 de enero.

A mediados de marzo, Nunes acudió solo a la Casa Blanca y, sin avisar antes a los miembros de su comité, anunció en una rueda de prensa que había informado a Trump sobre la posibilidad de que las comunicaciones del presidente hubiesen sido interceptadas de manera indirecta, mientras se espiaba con orden judicial a otros.

Nunes, sin embargo, no reveló de dónde obtuvo esa información y solo dijo que había recibido datos de una fuente anónima con la que se había reunido dentro del complejo de la Casa Blanca, una acción que ha despertado dudas sobre su independencia entre legisladores demócratas y también republicanos.

Estas declaraciones de Nunes sirvieron a Trump para reforzar sus denuncias contra el expresidente Barack Obama, a quien acusó a mediados de marzo de haber ordenado pinchar sus comunicaciones en la Torre Trump de Nueva York, una afirmación que levantó gran polémica por haberse realizado sin ninguna prueba.