Neil Gorsuch juró este lunes su cargo como nuevo juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos de la mano del presidente Donald Trump, ocupando de manera oficial el noveno asiento de la máxima corte del país, vacante desde hace más de un año.

En una ceremonia pública en los jardines de la Rosaleda de la Casa Blanca, y ante todos los miembros de la corte, el juez Anthony Kennedy tomó el juramento a Gorsuch, quien se convirtió así en el juez número 101 del alto tribunal, de cargo vitalicio.

Antes del juramento, el presidente pronunció unas palabras ante los asistentes para resaltar los valores del juez entrante y también recordar a Antonin Scalia, quien ocupara ese cargo hasta febrero del año pasado, cuando falleció de manera inesperada.

Trump subrayó la dilatada carrera del nuevo juez como magistrado federal, y aseguró que "decidirá en los casos basándose no en sus preferencias personales, sino en una lectura justa y objetiva de la ley".

Asimismo, el mandatario insistió en la "incuestionable integridad" de Gorsuch, sus "inigualables cualificaciones" y su "profunda fe en la Constitución estadounidense".

"Lo más importante que hace un presidente de Estados Unidos es nominar a gente para puestos como este de juez de la Corte Suprema, (...) y en este caso es un gran honor", dijo Trump, al presidir la ceremonia, anotándose una de sus primeras victorias al conseguir confirmar al juez en sus primeros cien días en la Casa Blanca.

"Este país está bendecido al poder contar con su sabiduría, imparcialidad y justicia, trabajará bajo la leyes, y no sobre ellas. (...) Protegerá la Constitución no sólo hoy, sino para muchas generaciones venideras", agregó Trump.

Ideología conservadora

Firme defensor de la pena de muerte y opuesto a la eutanasia, Gorsuch, de 49 años, entiende la ley conforme a la corriente del "originalismo", una doctrina judicial según la cual la Constitución debe interpretarse como lo harían sus autores del siglo XVIII y no conforme a los cambios de la sociedad actual.

Gorsuch se ha convertido en el primer juez del Supremo estadounidense en ser aprobado por mayoría simple por el Senado, después de que los republicanos, quienes lideran la Cámara Alta, maniobraran y cambiaran las reglas legislativas para evitar el bloqueo demócrata.

Normalmente, los jueces del máximo tribunal suelen contar con apoyo bipartidista, aunque sean nominados por presidentes republicanos o demócratas; sin embargo el caso de Gorsuch es uno de los más polarizados de la historia.

293 días de espera

Su confirmación, que finalmente se produjo el pasado viernes, ha tenido lugar en unas circunstancias completamente atípicas, ya que el Senado, con los republicanos en mayoría, se negó a votar sobre el nominado del expresidente Barack Obama, quien aún estaba al frente del país cuando falleció Scalia y se creó la vacante.

Obama eligió entonces al juez Merrick Garland para ocupar el puesto de Scalia, pero los republicanos se negaron incluso a celebrar audiencias para estudiar su candidatura, dilatando el proceso con una cifra récord de hasta 293 días, con la esperanza de que un republicano llegase a la Casa Blanca.

Aunque contra todo pronóstico, ese fue finalmente el caso, y Trump arrebató la Casa Blanca a la aspirante demócrata Hillary Clinton, por lo que los republicanos se anotaron un tanto habiendo forzado la salida de Garland.

Con la llegada de Gorsuch a la Corte Suprema se mantiene la tendencia conservadora que predomina desde 1972 y que existía con el fallecido juez, uno de los más tradicionales, ya que ahora cinco de los magistrados que componen la corte han sido nombrados por presidentes republicanos y cuatro de ellos por demócratas.

Además, Trump tiene muchas probabilidades de continuar dando forma a su gusto al máximo tribunal, ya que tres de sus nueve jueces superan ya la barrera de los 78 años, la edad media con la que los magistrados han colgado la toga desde 1960.

Debido a su edad, los tres jueces con mayor probabilidad de dejar su cargo son el conservador Anthony Kennedy, de 80 años; y los progresistas Stephen Breyer, de 78; y Ruth Bader Ginsburg, que tiene 83 y hace meses protagonizó una gran polémica al llamar "farsante" a Trump, aunque luego se retractó.