El presidente norteamericano, Donald Trump, busca unir a los republicanos para aprobar en el Senado su nuevo plan sanitario mediante una estrategia de ataques a la oposición demócrata, a la que ayer acusó de "obstruccionista" y a la que identificó como el enemigo común a batir.

En Twitter y en una entrevista con la cadena Fox, Trump optó por arremeter contra los demócratas para unir a su partido, dividido entre los moderados favorables a la actual propuesta sanitaria y los ultraconservadores, que piden mayores recortes para acabar con cualquier rastro de la ley del expresidente Barack Obama, conocida, despectivamente, como "Obamacare".

El propio Trump reconoció en la Fox que una nueva ley es "un tema muy complicado" porque cualquier cambio puede poner en riesgo su aprobación.

"El cuidado sanitario es un tema muy complicado porque lo mueves hacia este lado y a este grupo no le gusta. Lo vuelves a mover un poquito hacia aquí y entonces tienes un camino muy estrecho. Honestamente, nadie puede estar totalmente feliz", argumentó Trump.

La propuesta del Senado, que podría votarse a finales de la próxima semana, otorga a los estados flexibilidad para dejar de ofrecer coberturas garantizadas por la reforma de Obama, como la maternidad y la salud mental, y recorta un programa para los pobres, aunque mantiene un sistema de subsidios para comprar seguros.

A pesar de los recortes, poderosos grupos dedicados a financiar campañas políticas, como la red de los multimillonarios hermanos Charles y David Koch, consideran que la iniciativa es "inmoral" -no es lo suficientemente conservadora- y prometen presionar para lograr cambios.

Hasta ahora, cinco senadores republicanos han dicho que votarán en contra del proyecto: el moderado Dean Heller y los ultraconservadores Ted Cruz, Ron Johnson, Mike Lee y Rand Paul. Su rechazo pone en peligro la aprobación de la normativa porque el partido del elefante necesita 50 votos y ocupa 52 escaños en el Senado, por lo que sólo pueden permitirse perder dos apoyos.

Así pues, ante la posibilidad de que el proyecto decaiga en la Cámara alta, y sabedor de que los demócratas votarán en bloque en contra, Trump la emprendió con el partido del burro. "Su lema es 'resistir', el lema debería ser 'juntémonos', pero su lema es 'obstrucción'. Es un lema terrible para la gente de este país. Eso no es lo que quieren", declaró Trump.

El mandatario cargó directamente contra el líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer, y contra la senadora Elizabeth Warren, una de las voces más importantes del ala progresista demócrata y a la que Trump apodó de manera peyorativa como "Pocahontas", en referencia a sus supuestos orígenes indígenas.

El proyecto que votará el Senado guarda escasas diferencias respecto al aprobado en la Cámara de Representantes en mayo y son cambios que se hicieron para conseguir que ningún republicano votara en contra. En la Cámara baja, el proyecto salió adelante por solo cuatro votos. Las negociaciones duraron semanas, debido -al igual que en el Senado- a la oposición de republicanos moderados y radicales, y hubo que suspender al menos una vez la votación para no encajar una ignominiosa derrota.