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"No nos atrevemos a salir de casa", aseguran los asturianos en Venezuela

El Centro Asturiano en Caracas se encuentra "bajo mínimos" debido al retorno de sus socios más jóvenes y al "atranco" que viven sus instalaciones

Un torneo de parchís en el Centro.

Temor e incertidumbre. Ésos son los sentimientos que se apoderan de la comunidad asturiana en Venezuela a raíz de la crisis del gobierno de Nicolás Maduro. "Estamos haciendo un gran esfuerzo, pero resulta imposible mantenernos abiertos", cuenta desde el país sudamericano Manuel Antonio Díaz, presidente del Centro Asturiano en Caracas. El complejo, ubicado en lo alto de una colina a las afueras de la capital, ocupa una zona "conflictiva" de barriadas populares donde la gente "se ha echado a las calles". Algo que hace que la actividad del centro esté "bajo mínimos", pues "la gente no se atreve a salir de sus casas y en muchos casos ni siquiera puede hacerlo". Además, "es habitual el atranco, con colocación de barricadas en las carreteras aledañas, lo que nos impide entrar", dice Díaz.

El presidente del Centro Asturiano cuenta que la única vía de comunicación con sus socios está en las redes sociales. En total son 3.253 afiliados, cifra que desciende cada día al aumentar los venezolanos que retornan al Principado. "Mayoritariamente son los jóvenes los que deciden volver a Asturias animados por sus raíces", afirma. Lo que a la par causa estragos en la economía de la comunidad, puesto que con las salidas también disminuyen las contribuciones económicas para su sostenimiento.

El Centro Asturiano en Caracas nació en 1970 y desde entonces proporciona una amplia variedad de servicios a sus integrantes, que van desde eventos culturales hasta asesoramiento jurídico. "También contamos con un servicio de atención para gente mayor que acoge a 45 ancianos", relata Díaz. Estas últimas jornadas permaneció cerrado, teniendo que suspenderse todos los tratamientos. Sin embargo, la comunidad recibió ayer una buena noticia. El Gobierno del Principado firmó un convenio con la fundación del centro para apoyarlos con 10.000 euros. Un dinero que se destinará a consultas de facultativos, fármacos, material sanitario y productos alimenticios.

Alejandra Miranda es una de las muchas personas que han dejado atrás Venezuela, "impulsada por el miedo a la situación que se podía desencadenar". Hasta hace quince días vivía en Caracas. Esta hija de un asturiano y una venezolana ha venido a España con sus dos hijos pequeños y su marido -quien era encargado de una fábrica textil- antes de que llegase a votarse la Constituyente. La hija mayor del matrimonio, de 19 años, ya había huido previamente y ahora reside en Argentina.

"No hay comida, no hay medicinas y la situación es muy compleja", dice Miranda. Pero lo peor, asegura, es la desinformación que existe en una sociedad donde las divisiones son demasiado palpables. "Es un tabú hablar de ciertos temas; si lo haces y decides denunciar, te conviertes en un problema político". A pesar de eso, cree que la mayoría de la gente que estaba "con la revolución" ya no la apoya. Aunque considera que el gran problema es que "la oposición no está tan unida como debería, y nadie sabe cuál es la salida a todo esto". Miranda ha sufrido en primera persona la persecución del régimen venezolano: "Tengo un tío con cáncer que en las últimas elecciones no votó porque no estaba de acuerdo. A raíz de eso, el gobierno, que es quien le entrega su tratamiento, dejó de proporcionárselo como castigo".

Aparte, cuenta cómo cada día se producen cambios de precios, por lo que los sueldos "no dan para llegar a fin de mes". Así, ha llegado a comprobar cómo "la gente hace caldo con las hierbas del monte".

En Venezuela residen 6.293 emigrantes y sus descendientes, lo que la convierte en la sexta comunidad asturiana más importante en el exterior después de las de Argentina, México, Cuba, Bélgica y Estados Unidos.

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