Corea del Norte afirmó hoy que su último test de un misil con el que prueba su capacidad de atacar bases estadounidenses en el Pacífico fue una "advertencia" a Estados Unidos, mientras la comunidad internacional contempla endurecer aún más las sanciones contra Pyongyang.

El régimen norcoreano recrudeció su amenaza sobre las posiciones de EE.UU. en la región del Pacífico al calificar su ensayo del martes como "primer paso de la operación militar" de su ejército y un "preludio significativo para mantener a raya a Guam", a la vez que su líder, Kim Jong-un, llamó a realizar más lanzamientos en la zona.

El proyectil lanzado en el test del martes, un misil balístico de medio alcance Hwasong-12, es precisamente el modelo citado por el régimen norcoreano en su plan de ataque, un movimiento que estaría destinado a dotar de credibilidad sus amenazas sobre la región.

"En el ejercicio quedó demostrada la capacidad operativa de las unidades de artillería Hwasong de la Fuerza Estratégica del Ejército Popular de Corea del Norte para una guerra real y la eficiencia de combate del recién equipado misil de medio alcance", según indicó el país asiático a través de la agencia KCNA.

El régimen de Kim Jong-un parece dispuesto a seguir ignorando las condenas y la presión que la comunidad internacional ejerce a través de sanciones y las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, que desde hace más de dos décadas prohíben a Corea del Norte el uso de tecnología de misiles balísticos y los ensayos nucleares.

<img alt="" longdesc="El Consejo de Seguridad de la ONU ha condenado el lanzamiento del misil. REUTERS" src="/elementosWeb/gestionCajas/MMP/Image/2017//onu_1.jpg" style="width: 690px; height: 401px;" />

El organismo internacional, en una reunión de emergencia tras el último test, condenó "enérgicamente" el ensayo y las "indignantes" acciones de Pyongyang, e insistió en exigir el "cese inmediato" de sus lanzamientos de misiles.

Incluso China, principal aliado del régimen Juché, se mostró en contra del ensayo armamentístico, acusó a Pyongyang de violar los dictámenes de la ONU y prometió dar "la respuesta necesaria al reciente lanzamiento de un misil".

Por su parte, los jefes de Gobierno de Tokio y Seúl pidieron hoy elevar "hasta un nivel extremo" la presión sobre Pyongyang y adoptar nuevas sanciones "más efectivas y específicas" sobre el país, para lograr que acceda a iniciar un diálogo para poner fin a sus programas armamentísticos.