La imposibilidad en la que se encuentra desde el lunes la primera ministra británica, Theresa May, para pactar con Bruselas una solución de futuro a la frontera entre Irlanda y el Ulster refleja hasta qué punto es cada vez más débil la posición política de la jefa del Ejecutivo de Reino Unido.

El lunes, May tuvo que dar dar marcha atrás en el entendimiento logrado con Bruselas, tras cuatro horas de intensas negociaciones y varios días de trabajo previo, para que el Ulster sea objeto tras el "Brexit" de un "alineamiento regulatorio", tecnicismo bajo el que se oculta la permanencia de hecho de la región en la unión aduanera y el mercado único comunitarios.

El acuerdo alcanzado por May y las autoridades de Bruselas, representadas por el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, se vino abajo cuando la líder de los unionistas norirlandeses (DUP), Arlene Foster, comunicó a May su rotunda oposición a un tratamiento diferenciado para el Ulster. May depende del apoyo parlamentario del DUP para gobernar, tras haber quedado en minoría en las elecciones de junio.

Foster explicó ayer que su partido recibió con "gran sorpresa" el texto del acuerdo, que consideran "inaceptable". El DUP quiere ahora examinar el documento en detalle, señalar las cuestiones con las que no está de acuerdo e intentar pactar una fórmula que May pueda plantear a la Comisión Europea a finales de esta semana, con el objetivo de que la próxima semana el Consejo Europeo esté en condiciones de dar el visto bueno al paso a la segunda etapa negociadora, sobre la futura relación entre Londres y la UE.

El estatuto de los comunitarios en Reino Unido y de los británicos en la UE, la factura que tendrá que pagar Londres al marcharse y la frontera intrairlandesa son los tres puntos sobre los que Bruselas exige acuerdo antes de seguir adelante. Irlanda, respaldada por el conjunto de la UE, exige que el "Brexit" no implique una resurrección de las fronteras con el Ulster, que considera lesivas para la economía de la isla y para los acuerdos de paz. El DUP, por su parte, teme que un régimen peculiar para el Ulster sea en la práctica un paso hacia una futura reunificación de Irlanda.

Los conservadores escoceses se sumaron ayer a las voces que piden que el "Brexit" sea igual en todo el Reino Unido. En cuanto a los laboristas, han vuelto a defender un "Brexit" blando, que mantenga la unión aduanera y el mercado único. Entre tanto, la policía de Irlanda del Norte ha asegurado que carece de efectivos y recursos suficientes para garantizar una frontera estricta.