El jefe de los Guardianes de la Revolución iraníes (GR), general Mohamed Ali Jafari, anunció ayer el despliegue de este poderoso cuerpo paramilitar de elite en las provincias de Isfahan, Lorestan y Hamadan para certificar el "fin de la sedición", en referencia a las protestas contra la situación socioeconómica que sacuden al país desde hace una semana y que ya han causado 21 muertos y centenares de detenidos.

Hasta ahora, las autoridades iraníes se habían abstenido de enviar a los GR o a la dura milicia Basij para reprimir las manifestaciones contra el Gobierno, algo que sí hicieron en 2009, cuando miles de iraníes se echaron a las calles para denunciar un fraude en la reelección del presidente ultraconservador Mahmud Ahmadineyad. Entonces, la dura represión se saldó con 55 muertos y unos 4.000 detenidos.

El general Jafari atribuyó las protestas a agentes externos y acusó a EE UU, Arabia Saudí e Israel de infiltrar a elementos terroristas para provocar el caos en el país. Jafari aseguró que también se intentó introducir en Irán a miembros del grupo yihadista Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), aunque han sido neutralizados. El martes, el presidente Rohani acusó a los Muyahidines del Pueblo, grupo opositor con sede en Francia, de participar en las algaradas y pidió al presidente galo, François Macron, que actúe contra estos elementos.

El jefe del departamento de Justicia de la ciudad de Borujerd (oeste del país), Hamidreza Abolhassani, aseguró a la agencia de noticias Tasnim que un ciudadano europeo ha sido detenido en esa localidad. "Había sido entrenado por los servicios de inteligencia europeos y estaba liderando las protestas", aseguró.

Ayer fue el día de las grandes manifestaciones de apoyo al Gobierno. Decenas de miles de personas salieron a las calles en varias ciudades. Los manifestantes gritaron lemas a favor del guía supremo, el gran ayatolá Ali Jamenei, pero también gritos de "¡Muerte a Estados Unidos!" y "¡Muerte a Israel!". Las manifestaciones llegaron tras una noche mucho más tranquila que las anteriores y que en la capital, Teherán, no registró incidentes reseñables.

El presidente de EE UU, Donald Trump, continuó con su ofensiva verbal y aseguró que su Gobierno dará "un gran apoyo" a los iraníes "en el momento adecuado", lo que ha sido interpretado por algunos observadores como una admisión del fracaso de la actual revuelta. "Gran respeto por el pueblo de Irán, que está intentando derribar a su Gobierno corrupto", escribió Trump en un tuit.