China impuso ayer aranceles a 128 productos estadounidenses, la mayoría agrícolas, por valor de 3.000 millones de dólares (unos 2.400 millones de euros). Demuestra así que no piensa arredrarse en su respuesta a la guerra comercial abierta por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cuando el pasado 22 de marzo tasó la importación de acero y aluminio chinos, entre otros productos.

La contundente respuesta de Pekín hizo que la Bolsa de Nueva York, ya golpeada por la caída de tecnológicas como Amazon, abriera con fuertes caídas. El índice industrial Dow Jones perdía más de 3%, mientras que el Nasdaq, de valores tecnológicos, bajaba 3,56%.

La decisión china -que alimenta el temor a una guerra comercial abierta entre las dos grandes economías del planeta- afecta a productos diversos como las frutas, la carne de cerdo y el aluminio reciclado.

Trump anunció el 22 de marzo que Washington impondría nuevos aranceles a una serie de productos chinos por valor de 60.000 millones de dólares (48.000 millones de euros). Los derechos de aduana impuestos a las importaciones de acero (25%) y aluminio (10%) fueron hechas en nombre de la "seguridad nacional", argumento que el Ministerio chino de Comercio calificó el lunes de "abuso" de las normas de la Organización mundial del Comercio (OMC).

Varios países (de la Unión Europea, México y Brasil, entre otros) quedaron exentos de la imposición de aranceles con la que Trump llevaba semanas amenazando, pero no China. Pekín replicó de inmediato a esa medida al anunciar su intención de aplicar aranceles del 15% y el 25% sobre una lista de 128 productos estadounidenses si no alcanzaba un acuerdo con Washington. Ayer cumplió su amenaza.

Trump siempre alude al colosal déficit comercial de EE UU con China, de unos 375.200 millones de dólares en 2017, para justificar sus medidas proteccionistas. El mandatario acusa a Pekín de beneficiarse del sistema de coempresas impuesto a las compañías extranjeras que se instalan en China para robar las innovaciones tecnológicas de EE UU.