El Gobierno francés se defendió ayer de las críticas de debilidad lanzadas por la oposición a propósito de su manera de hacer frente a los altercados en que degeneró la manifestación del Primero de Mayo en París tras la infiltración de grupos radicales. Anoche aún seguían detenidas más de un centenar de personas.

El ministro del Interior, Gérard Collomb, trató de dar explicaciones por la reacción en apariencia tardía de la policía frente a los alrededor de 1.200 miembros de grupúsculos de extrema izquierda que desataron una batalla campal y causaron severos desperfectos.

Collomb resaltó que el número de radicales, identificados como "black blocs", fue el doble de los 500 o 600 que se había previsto que "llegaron de toda Europa" y que no se pudo actuar contra ellos más que cuando ya estaban mezclados con los manifestantes y sacaron toda su parafernalia. Al final hubo destrozos en una treintena de comercios. una decena de vehículos (seis calcinados) y en el mobiliario urbano.