El movimiento chií libanés Hezbolá y sus aliados cristianos se perfilan como los grandes ganadores de las elecciones libanesas del domingo, las primeras en nueve años, que registraron una participación del 49,2%, inferior al 54% de 2009. Aunque los resultados definitivos de los comicios, que por primera vez se disputaron por un sistema proporcional, no serán dados a conocer al menos hasta hoy o mañana, los medios locales aseguran que, de los 64 diputados asignados a listas musulmanas, Hezbolá se habrían hecho con la mayoría, mientras que Movimiento Futuro, el grupo suní del primer ministro, Saad Hariri, se habría quedado en 21 escaños, cuando tenía 33 en la cámara saliente.

El particular sistema electoral de Líbano atribuye la mitad de los 128 escaños del Parlamento a listas musulmanas y la otra mitad a candidatos cristianos. Del mismo modo, una ley no escrita reserva el cargo de primer ministro a un suní, el de presidente del país a un cristiano y el de presidente del Parlamento a un chií. Teniendo en cuenta estas exigencias no es improbable que Hariri repita como primer ministro, aunque deberá contar con un Hezbolá muy reforzado que, por otra parte, sigue siendo una milicia que nunca ha acometido su desarme y que se encuentra robustecida por su papel en la guerra de Siria.

En las actuales circunstancias de polarización de Oriente Medio en torno a Irán y Arabia Saudí, cabezas respectivas de los bandos chií y suní, los resultados de las elecciones libanesas, vistos con profundo desagrado por Israel, no pueden sino aumentar la tensión.

El líder de Hezbolá, Hasan Nasralá, celebró los resultados, aunque no dio ningún dato preciso, y consideró que el grupo ha alcanzado sus objetivos. Nasralá alabó la nueva ley electoral, que ha permitido un mayor acceso a la cámara de representantes de la sociedad civil.