La ausencia de avances en la negociación del "Brexit" durante la última cumbre del Consejo Europeo añade presión sobre el Gobierno británico para poner sobre la mesa un plan detallado sobre la futura relación que espera forjar con la Unión Europea (UE). El gabinete de la primera ministra, la conservadora Theresa May, continúa dividido entre los ministros favorables a un "Brexit" duro, que rompa por completo los lazos con el mercado único y la unión aduanera, y los partidarios de buscar fórmulas para mantener algún tipo de integración en esas estructuras comunitarias.

La UE advirtió a Londres esta semana de que se acaba el tiempo para presentar un proyecto "realista y viable" antes de que se agote el plazo para las negociaciones que establece el artículo 50 del Tratado de Lisboa. La norma que rige el funcionamiento de la Unión prevé que el Reino Unido saldrá del bloque comunitario el 29 de marzo de 2019, dos años después de anunciar su intención de retirarse.

La falta de acercamiento entre ambos lados del Canal de la Mancha en cuestiones clave del divorcio multiplican las voces que alertan de la posibilidad de una ruptura abrupta, sin acuerdo alguno. "Esta es la última llamada para poner las cartas sobre la mesa", afirmó el viernes el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk al término de una cumbre que estaba señalada como el momento en el que se debían producir avances significativos en las negociaciones.