La primera ministra británica, Theresa May, logró el viernes por la noche el apoyo de su dividido Gobierno a un plan de "Brexit" suave para constituir la futura relación comercial con la UE. La base del acuerdo es la creación de una zona de libre comercio para los productos industriales y agrícolas, y la búsqueda de un acuerdo independiente respecto a los servicios.

Fue después de que los ministros quedaran doce horas encerrados sin móviles, tabletas ni relojes inteligentes en la residencia oficial de la "premier" en Chequers (sureste). Y aún así, no desaparecen las amenazas, pues "tories" radicales como el aristócrata Jacob Rees-Mogg ya han advertido: "Es posible que este acuerdo sea peor que una ausencia de acuerdo".

El área de libre comercio para los bienes evitaría los controles de aduanas y mantendría abierta la frontera entre Irlanda y el Ulster. El Reino Unido conservaría una equivalencia regulatoria con la UE para bienes, pero no para servicios, asunto que se negociaría más tarde.

La idea es poner en marcha un sistema de aduanas llamado "dispositivo aduanero facilitado", que evitaría los controles fronterizos en ese área común, de modo que el Reino Unido aplicaría sus tarifas y políticas comerciales a los bienes destinados a su territorio y las comunitarias a los que se dirigieran a la UE. Lo que permitiría al Reino Unido, según May, forjar acuerdos comerciales con terceros países.