Familiares, amigos, colegas o rivales políticos, y hasta varios expresidentes de EEUU, se reunieron este sábado en la Catedral Nacional de Washington para dar el último adiós al senador republicano John McCain, quien falleció hace una semana a los 81 años de edad tras una larga lucha contra un cáncer cerebral.

Tras días de vigilias y funerales en el estado al que representaba, Arizona, y en el Capitolio de Estados Unidos, donde sirvió durante más de 30 años, McCain escogió la catedral de la capital estadounidense para que recibir su gran despedida, para la que orquestó, de primera mano, todo un símbolo de unidad política.

En las primeras filas del templo se sentaron Bill y Hillary Clinton; Barack y Michelle Obama; George y Laura Bush; y Alan y Mary Elizabeth Gore, pero también se podía distinguir entre los asistentes a senadores de todo el espectro político, desde la progresista Elizabeth Warren al republicano y gran amigo de McCain, Lindsay Graham.

Obama, uno de los elegidos por el propio senador para hablar en su última despedida, aseguró que tanto él como George W. Bush (2001-2009) tuvieron "la suerte" de competir con el senador republicano para llegar a la Casa Blanca, algo que les hizo "mejores presidentes. Así como hizo mejor el Senado. Así como mejoró a este país", aseguró Obama en su elegía a quien fue su rival republicano para la presidencia en 2008.

Obama destacó en su intervención la sorpresa que supuso para él que McCain le eligiera para el "precioso y singular honor" de hablar en su funeral, pero luego, ha relatado, reflexionando al respecto, se percató de que encajaba perfectamente con la forma de ser del senador.

La decisión es un reflejo de algunas de las cualidades esenciales de McCain: impredecible, obstinado e inconformista. "También demuestra el desdén de John por la autocompasión. Ha estado en el infierno y ha vuelto y aún así nunca perdió su energía, su optimismo ni su placer por disfrutar la vida", ha señalado Obama.

"Qué mejor forma de honrar la vida de servicio de John McCain que seguir su ejemplo para demostrar que la voluntad de salir a luchar por este país no está reservada a unos pocos, sino que está abierta a todos nosotros y de hecho es una exigencia para todos nosotros como ciudadanos de esta gran república", ha añadido. "Quizás así podemos honrarle de la mejor forma: reconociendo que hay cosas más grandes que el partido, la ambición, el dinero, la fama o el poder; que hay cosas por las que vale la pena arriesgarlo todo. Los principios son eternos. Las verdades son duraderas", ha apostillado.

George W. Bush, por su parte, destacó al igual que Obama que gracias a McCain pudo "ser mejor" y se ha referido a la rivalidad que tuvieron ambos, una relación que "se deshizo" para forjar una amistad. "Me podía enfadar y sé que él podría decir lo mismo de mí, pero también me hizo mejor", ha subrayado.

Ambos se enfrentaron en las primarias presidenciales republicanas de 2000, una etapa de la que ambos hablaban como "un periodo intenso, como futbolistas que recuerdan un gran partido", ha argumentado Bush. "Al final disfruté de uno de los grandes regalos de la vida, la amistad de John McCain y la voy a echar de menos", ha apostillado.

Críticas de Trump de la hija de McCain

Previamente a Bush y Obama, Meghan McCain, la hija del fallecido senador y excandidato presidencial, ha dedicado parte de su elegía en el funeral a lamentar la visión reduccionista de América exhibida por presidente de EEUU y rival de su padre, Donald Trump, como un ejercicio de "retórica barata" derivado de una "vida de privilegio".

"La América de John McCain no tiene por qué volver a ser grande porque su América siempre fue grande", ha proclamado McCain en una indirecta al lema de campaña de Trump durante el servicio religioso en la Catedral Nacional de Washington, al que el mandatario no ha sido invitado, aunque sí su hija, Ivanka, y su yerno, Jared Kushner.

La rivalidad entre Trump y McCain terminó de desatarse cuando el ahora mandatario, en plena campaña, desdeñó el tiempo que McCain pasó en manos de las fuerzas norvietnamitas durante la Guerra de Vietnam. "A mí me gusta la gente a la que no capturan", llegó a decir Trump. A partir de ahí, la postura radical del magnate comenzó a chocar constantemente con el republicanismo moderado de McCain, quien llegó a votar en contra de la enmienda a la reforma sanitaria de Obama impulsada por la Casa Blanca.

"Nos reunimos aquí para llorar el fallecimiento de la grandeza estadounidense. La de verdad, no la de la retórica barata de hombres que nunca se acercarán al sacrificio al que él ofreció con tanta voluntad, ni la de la apropiación oportunista de aquellos que vivieron vidas de consuelo y privilegio", ha añadido McCain.

"A John McCain no le definió ni la cárcel, ni la Marina, ni el Senado, ni el Partido Republicano, ni ninguno de los actos que realizó en su vida, que fue absolutamente extraordinaria. John McCain fue definido por el amor", ha agregado.

Mientras, Trump estaba en el campo de golf que posee en Sterling, Virginia, tras una mañana en la que su actividad pública se ha limitado a una serie de mensajes en Twitter criticando a su Departamento de Justicia, al FBI y amenazando a Canadá con dejarla fuera del tratado de libre comercio de Norteamérica.