La yazidí Nadia Murad, iraquí de 23 años, exesclava sexual del Estado Islámico (ISIS), y el ginecólogo congoleño Denis Mukwege, de 63, fueron galardonados ayer con el Premio Nobel de la Paz por "sus esfuerzos para poner fin al uso de la violencia sexual como arma de guerra". La decisión del Comité Nobel noruego recogió unánime aplauso de la comunidad internacional, algo que no siempre ocurre con sus a menudo polémicas decisiones.

Médico y víctima respectivamente, Denis Mukwege y Nadia Murad, quien tras su liberación se convirtió en embajadora de la ONU para la dignidad de las víctimas de tráfico humano, "arriesgaron personalmente su vida luchando valientemente contra los crímenes de guerra y pidiendo justicia para las víctimas", indicó la presidenta del Comité Nobel noruego, Berit Reiss-Andersen.

Mukwege ha tratado a 50.000 víctimas de violaciones en el hospital de Panzi que fundó en 1999 en Bukavu, en el este de la República Democrática del Congo (RDC)."El hombre que repara mujeres" (título de un documental dedicado a glosar su figura) se encontraba en plena intervención quirúrgica cuando le llegó la noticia del galardón. "Estaba en el quirófano. De repente entró gente y me informaron", declaró al periódico noruego "VG".

Para este médico congoleño, las violencias sexuales, una táctica terrorista que es sistemáticamente utilizada en las zonas de guerra, deben ser consideradas como "armas de destrucción masiva. Tenemos que trazar una línea roja contra el arma química, biológica, nuclear. Pero tenemos que trazar además una línea roja contra la violación como arma de guerra", declaró en 2016.

"Este premio Nobel supone un reconocimiento del sufrimiento y de la necesidad de una reparación justa en favor de las mujeres víctimas de violaciones y de violencia sexual en todos los países del mundo y en todos los continentes", declaró ayer tras conocer la decisión del Comité Nobel.

La iraquí Nadia Murad, de la martirizada minoría yazidí, ha vivido en carne propia los horrores sexuales de la guerra. "Este premio me dice que las voces de todas esas pequeñas comunidades que son perseguidas son escuchadas", dijo ayer en unas primeras declaraciones formuladas en kurdo. "Esperamos que (el premio) sea una voz para todas las mujeres que sufren violencia sexual en muchos otros conflictos", añadió.

Como miles de niñas y mujeres de su comunidad, Nadia Murad fue esclava sexual del ISIS en 2014, antes de lograr huir. "Lo primero que hicieron fue obligarnos a convertirnos al islam", relató. "Luego, hicieron todo lo que quisieron con nosotras". Su madre y seis hermanos fueron asesinados por el ISIS. Murad milita para que las persecuciones contra los yazidíes sean consideradas genocidio. "Nunca se acostumbra una a contar su historia, porque se revive cada vez", confiaba Murad en su libro "Para que yo sea la última". Pero "mi historia, relatada honesta y prosaicamente, es el arma más eficaz que tengo para luchar contra el terrorismo, y tengo la intención de hacerlo hasta que esos criminales sean juzgados".