La mano dura contra la violencia anunciada en campaña por el electo presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonario, comienza a tomar forma. Su ministro designado de Defensa, el general retirado Augusto Heleno, se mostró ayer de acuerdo con la idea de que comience a recurrirse a francotiradores para liquidar con quienes porten fusiles en las favelas de Río de Janeiro.

La propuesta fue enunciada por el gobernador electo del estado, el juez Wilson Witzel, ganador de las elecciones del pasado domingo con un 60% de votos. El juez repitió numerosas veces su idea en campaña: "El delincuente con fusil debe ser abatido". La idea enlaza con una muy querida a Bolsonaro: "El policía que no mata no es policía" y Witzel la ha desarrollado con extrema precisión: "A un malhechor con un fusil lo frena otro fusil. No sirve de nada pedirle que lo deje en el suelo, porque va a disparar. Al policía que fuera cuestionado, le va a defender la Fiscalía". El pasado jueves, ya como gobernador electo, el juez optó por una fórmula expresiva que no deja lugar a dudas: "Lo correcto es matar al delincuente. Y la policía va a hacer lo correcto. Apuntar a la cabeza y ¡fuego!".

Brasil registró el año pasado 63.800 muertes violentas, 30,8 por cada 100.000 habitantes, aunque en Río de Janeiro la tasa asciende hasta de 40,4 muertos por 100.000 habitantes, según la ONG Foro de Seguridad Pública.

Amnistía Internacional ha rebatido las posiciones de Witzel, asegurando que pretende otorgar licencia para matar a "personas armadas", aunque no amenacen de forma inminente la vida de otras. "Esa medida podría tener un impacto desastroso en el aumento de homicidios y de violencia armada en ciudades", alerta el organismo.