Hace ocho años que la llanisca Elia Gutiérrez hacía las maletas y dejaba el tranquilo pueblo de Los Carriles, con menos de un centenar de habitantes, para instalarse en Francia, donde ha conseguido una plaza fija para trabajar como profesora de español. Entonces, no imaginaba que iba a ser testigo directo de unas de las protestas sociales más importantes de los últimos años, las mismas que están sacudiendo el país desde hace ya varias semanas y que a ella le tocan especialmente de cerca sobre todo desde el jueves, cuando los altercados llegaron a numerosos institutos y sacudieron la comunidad educativa francesa. La protesta de los llamados "chalecos amarillos", que se desencadenó por la subida del precio de los carburantes y que ha continuado para mostrar el malestar de la población ante las políticas sociales del presidente de la República, Emmanuele Macron.

Gutiérrez es profesora en el colegio "Denis Diderot", situado en Massy, a las afueras de París, un centro que se encuentra pegado al instituto "Fustel". Allí, esta semana ha visto cómo las protestas sociales han provocado el cierre del centro de secundaria mientras un gran número de alumnos lanzaban botes de humo. "El miércoles ya nos mandó el ministro de Educación un correo para pedirnos calma a todos los profesores porque sabían que estaban previstos piquetes y protestas al día siguiente en los institutos", cuenta la llanisca, que relata que la Policía se llevó de allí "varios detenidos" para parar los disturbios que se estaban sucediendo.

Además de en su trabajo, su vida diaria también se ha visto afectada en otros aspectos, como por ejemplo el transporte. "Yo vivo en París y para ir al colegio tengo que coger el tren, que el otro día tenia retrasos porque los 'chalecos amarillos' habían agredido al conductor", explica Gutiérrez. Quizá el caso más grave que le ha tocado en el transporte público, aunque cuenta que estos días los retrasos son más habituales y que en las carreteras algunos peajes no funcionan al haber sito tomados por los manifestantes.

Eso sí, a pesar de la situación, la joven no quiere ser alarmista y explica que, más allá de estos problemas puntuales, no siente miedo ni cree que haya ningún peligro en su día a día. "Hoy (por ayer) no voy a salir de casa porque está el ambiente muy caliente, pero si saliera tampoco habría problemas porque no me metería en el meollo, no se me ocurriría ir a pasear por los campos Elíseos; por ejemplo, yo me muevo más por el París de los parisinos que por la zona turística, que es donde hay más lío", comenta la profesora llanisca, quien quiere mandar un mensaje tranquilizador a su familia y amigos en Asturias, quienes ya la han llamado preocupados, aunque ella insiste en que "no es para tanto" y que vive tranquila su vida en París.

"Cuando estaba en Bretaña también hubo disturbios por la ley del trabajo, pero no tanto como ahora", explica la asturiana de unas protestas de las que dice entender las razones, aunque no la forma. "La gente está muy quemada porque vivir aquí no es fácil, se están bajando las ayudas sociales y subiendo el agua y la luz, además de que los alquileres son muy caros", comenta Gutiérrez. Y es que, explica que aunque el salario mínimo sea mayor que el de España, también la vida se encarece notablemente y por eso cree que la clase media "está igual que en España", por lo que comprende a aquellos que han salido a manifestarse ante la situación de hartazgo que se vive en el país y que ha llegado a las calles en estas semanas.

Para ella, llegada desde un pequeño pueblo de Llanes, estas protestas sin duda le llaman la atención, aunque, según cuenta, están en el ADN del país, pues considera que "los franceses son muy de echarse a la calle". Eso sí, confiesa que no esperaba que estas protestas en concreto fueran a tornarse tan fuertes como para estar en boca de medio mundo. En cuanto al futuro cercano, Gutiérrez confiesa que no sabe "en qué parará" la situación francesa actual, pero se muestra optimista al respecto.

Y, aunque reconoce que no está preocupada ni siente miedo, espera eso sí que la normalidad se restablezca cuanto antes no solo en París, sino en toda Francia. Por el momento, y hasta que la situación se calme, Elia Gutiérrez ya cuenta los días para sus vacaciones de Navidad, dentro de dos semanas, cuando podrá, de nuevo, regresar a Los Carriles para disfrutar de estas fiestas rodeada de los suyos y de la calma que se respira en su pueblo. Así, su familia y amigos estarán más tranquilos teniéndola cerca.