El presidente de EE UU, Donald Trump, se sirvió ayer de madrugada de su segundo discurso de la Unión para lanzar su campaña por la reelección en 2020. Sabedor de que el 35% de apoyo firme en las encuestas no le bastará para imponerse, Trump intentó un discurso bipartidista, con guiños feministas (como la falsedad "hay más mujeres trabajando que nunca"), que pronto desbarató con una sucesión de arremetidas a diestro y siniestro. Los analistas consideran que el discurso estuvo bien para mantener la unidad de sus huestes, pero no habrá logrado atraer votantes moderados a su causa.

Ante Trump estaba una cámara marcada por la mayor presencia de mujeres de la historia de EE UU, que casi 70 legisladoras demócratas resaltaron vistiéndose de blanco. La más prominente, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, enfrentada al magnate, no se privó de acoger con gestos irónicos su discurso. Ironía que extendió a los aplausos a los que la obligaba su condición de anfitriona del acto.

Los momentos más altisonantes del discurso llegaron cuando Trump advirtió que las "ridículas investigaciones partidistas" podrían frenar el crecimiento económico de EE UU, en alusión a las pesquisas sobre la "trama rusa" del fiscal especial Robert Mueller y a las abiertas por los demócratas sobre sus negocios.

El otro golpe duro recayó en los inmigrantes y en la construcción del prometido muro con México. Trump advirtió que "año tras año innumerables ciudadanos son asesinados por extranjeros ilegales criminales" y remachó su andanada xenófoba con un "lo construiré", aunque evitó coquetear con la idea de declarar una emergencia nacional para hacerlo. Tras las preceptivas advertencias a China ("las políticas comerciales conocidas han llegado a su fin"), Trump anunció para el 27 y 28 de este mes una nueva cumbre con el coreano Kim. También expresó su respaldo al autoproclamado presidente venezolano, Juan Guaidó, pero eludió toda referencia a una posible intervención militar.