El Gobierno británico y la oposición laborista han reactivado este lunes sus contactos, tras cuatro días de aparente estancamiento, para tratar de avanzar en un plan del Brexit conjunto antes de la cumbre europea extraordinaria del próximo miércoles.

Un portavoz oficial de la primera ministra, la conservadora Theresa May, confirmó que ambos equipos negociadores mantienen "conversaciones técnicas" esta tarde, y se espera que los contactos continúen mañana a nivel político.

El líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, ha indicado que el diálogo con el Ejecutivo ha sido "serio" hasta ahora, pero reprochó a May que todavía no haya movido sus líneas rojas lo suficiente para poder cerrar un compromiso.

Los laboristas exigen formar una unión aduanera con la Unión Europea (UE) tras el "brexit", una posibilidad que rechaza el sector euroescéptico de los conservadores.

Esa facción de los "tories" cree que ese arreglo limitaría la capacidad de Londres para cerrar acuerdos de libre comercio con países terceros, como Estados Unidos. Se trata de una crítica similar a la que hacen de la controvertida salvaguarda para evitar una frontera en Irlanda del Norte.

Los contactos con los laboristas han encendido los ánimos de los diputados conservadores euroescépticos. Uno de ellos, Mark Francois, ha solicitado al presidente de su grupo parlamentario, Graham Brady, celebrar un voto de reprobación contra May.

Brady, sin embargo, aseguró esta tarde que no se prevé que esa petición se vaya a llevar adelante.

En diciembre, May ganó una moción de confianza como jefa del Partido Conservador, por lo que no puede ser retada por esa misma vía hasta finales de este año.

Ante el rechazo que provoca una unión aduanera en el sector euroescéptico, los laboristas presionan a May para que diseñe un mecanismo legal que dificulte a su posible sucesor en Downing Street dar marcha atrás y apostar por una relación más distante con la UE una vez se haya materializado el Brexit.

Si el Gobierno y los laboristas llegan a un acuerdo, los arreglos para formar una nueva unión comercial con Bruselas se plasmarían en el documento político que acompaña al tratado de salida de la Unión Europea. Ese texto no es legalmente vinculante, por lo que un eventual nuevo primer ministro británico podría intentar cambiar sus términos.

El Gobierno espera avanzar en las negociaciones con la oposición antes de la cumbre del miércoles, en la que deberá justificar ante los 27 líderes comunitarios restantes la nueva prórroga del Brexit que ha solicitado, más allá de la actual fecha límite del 12 de abril.

May ha pedido una extensión hasta el 30 de junio, una propuesta que ya fue rechazada por Bruselas a finales de marzo. La UE se inclina, en cambio, por ofrecer una prórroga flexible de un año que terminaría cuando el Parlamento británico ratifique el acuerdo de salida.

Para conceder la extensión, sin embargo, los líderes europeos van a exigir a la primera ministra una hoja de ruta factible para aprobar el acuerdo de salida durante ese periodo agregado.

Aunque May ya ha solicitado una extensión, el Parlamento continúa tramitando en paralelo una ley para obligarla a hacer esa demanda a Bruselas y evitar un Brexit no negociado.

Si la legislación supera todos trámites en ambas cámaras parlamentarias, los Comunes pueden debatir este martes una moción para pedir de manera formal a May que pida esa prórroga.

En caso de que la UE concediera finalmente una extensión larga, el Reino Unido se vería obligado a participar en las elecciones comunitarias el próximo 23 de mayo, lo que algunos euroescépticos perciben como un fracaso a la hora de cumplir con el resultado del referéndum de junio de 2016, en el que se impuso la opción de abandonar la Unión Europea.

El Gobierno ha iniciado ya los trámites legales para poder participar en los comicios, aunque ha recalcado que su objetivo es haber abandonado antes la UE y no tener que celebrarlos.

May preparará el terreno para la cumbre del miércoles viajando este martes a París y Berlín para reunirse con la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron.