Los movimientos opositores hongkonses han vuelto a salir a las calles este lunes, en una histórica jornada de huelga que aspira a añadir presión al Gobierno de Carrie Lam y que ha tenido como principal epicentro el sistema de transportes, que ha sufrido bloqueos, retrasos y cancelaciones durante las primeras horas del paro.

El mayor desafío a Pekín de la historia reciente de Hong Kong tiene su origen en las peticiones para reclamar la retirada definitiva de la ley que permitiría la extradición de sospechosos a la China continental. Convertidas ya en rebelión social, las protestas han seguido con una histórica jornada de huelga que aspira a añadir presión al Gobierno de Carrie Lam

Miles de personas de una veintena de sectores económicos habrían secundado este paro, que abarca toda la ciudad y ha provocado que, incluso quienes querían acudir este lunes a sus puestos de trabajo, lo hayan tenido difícil por el corte de carreteras y el bloqueo de los transportes. Más de 200 vuelos han sido cancelados, según el diario 'South China Morning Post'.

En la calle, la movilización se ha hecho palpable en distintos barrios de la ciudad, con momentos de tensión que han llevado a enfrentamientos entre manifestantes y policías. Los agentes han utilizado gas lacrimógeno para contener las protestas, en las que también se habrían producido actos de vandalismo y lanzamiento de piedras.

La Policía ha detenido durante la noche a más de 40 personas, en el marco de una movilización en la que los manifestantes utilizaron tácticas de flashmob. Con movimientos de dispersión y cambios repentinos de ubicación han tratado de entorpecer la respuesta de las fuerzas de seguridad.

Precisamente este lunes las autoridades han hecho balance de las operaciones llevadas a cabo desde el 9 de junio, en el marco de las cuales han detenido a 420 personas y han lanzado un millar de rondas de gases y unas 160 pelotas de goma, según el balance oficial, según la agencia de noticias Reuters.

Una situación "extremadamente peligrosa"

La jefa del Gobierno, Carrie Lam, ha concedido su primera rueda de prensa desde el 22 de julio para valorar unas protestas dirigidas directamente contra su Administración. Lam, que por ahora se ha limitado a congelar cualquier debate sobre la ley de extradición, ha acusado a los manifestantes de llevar a la antigua colonia británica al borde de "una situación extremadamente peligrosa".

"Dicen que quieren una revolución y recuperar Hong Kong. Estas acciones exceden por mucho de sus demandas políticas iniciales", ha señalado Lam, flanqueada por altos cargos de su Gobierno. La dirigente ha advertido de que los movimientos "ilegales" ponen en riesgo la "soberanía" de Hong Kong y el 'statu quo' de "un país, dos sistemas".

"Destruirán la estabilidad y prosperidad de Hong Kong", ha añadido Lam, quien durante dos meses ha rechazado los llamamientos a la dimisión. Durante este tiempo ha tenido el apoyo del Gobierno chino, que el domingo condenó el lanzamiento al mar de una bandera por parte de algunos manifestantes descritos como "radicales" por la agencia de noticias oficial Xinhua.

Entre los manifestantes, sin embargo, el malestar hacia Lam y su gestión es evidente. "No creo que el Gobierno esté haciendo nada para ayudar a la sociedad", ha afirmado Jay Leung, un estudiante universitario de 20 años que echa en falta soluciones palpables al actual "problema político", según Reuters.