Alto el fuego y embargo de armas. Estos son los pilares del acuerdo al que han llegado este domingo los aliados internacionales que apoyan al Gobierno libio respaldado por la ONU y a las fuerzas rebeldes.

El acuerdo se selló en una conferencia internacional en Berlín, la primera vez que se reúne a los doce países -entre ellos Rusia, Turquía, EEUU y Egipto- y a las cuatro organizaciones internacionales considerados "actores relevantes" en el país norteafricano.

Además acudieron a la capital alemana el presidente del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) de Libia, Fayed al Serraj, apoyado por Turquía y respaldado por Naciones Unidas, y el jefe del Ejército Nacional Libio (LNA), Jalifa Hafter, sustentado por Rusia. No obstante, no participaron en la conferencia (ni firmaron el acuerdo, aunque se les informó de los particulares) y ni siquiera se vieron las caras, dadas sus diferencias.

"Se puede decir que la Conferencia de Libia supone una importante contribución a los esfuerzos de paz de la ONU", aseguró en rueda de prensa al término de la conferencia la canciller alemana, Angela Merkel.

El enviado especial de la ONU a Libia, Ghassan Salameh, apostilló que el pacto da un "espaldarazo para seguir adelante".

Se trata, agregó, de un plan "comprensivo" y "vinculante" que "no soluciona todos los problemas" del país, pero da un "impulso" en dirección a una solución diplomática. "No me hago ilusiones, será un camino difícil", agregó la canciller.

El secretario general de la ONU, António Guterres, indicó que se ha logrado un acuerdo "muy importante" porque la escalada de la violencia en los últimos días era "extremadamente peligrosa".

El documento apuesta por una tregua "duradera" y "verificable" e insta a todos los actores a cumplir de forma "unívoca" con el embargo de armas. También se les exige no contribuir a la escalada del conflicto.

Merkel recalcó que el embargo de armas debe ser "fuertemente controlado" para su cumplimiento y celebró que los aliados de ambas partes se han comprometido a no enviar más tropas y armamento a Libia -como ya habían hecho Rusia y Turquía-.

La canciller indicó que este acuerdo, para que tenga validez internacional, debe ser ahora aprobado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Potencias regionales

El acuerdo buscaba además evitar el riesgo de conflicto regional o guerra subsidiaria. Destaca que la solución al conflicto sólo puede pasar por un proceso político controlado y liderado por los libios, y defiende la necesidad de mantener la unidad de Libia, su integridad territorial y su soberanía nacional.

La implicación de potencias extranjeras en el conflicto se había disparado en las últimas semanas al intensificarse la presencia militar de distintos actores con intereses políticos y económicos en Libia y redoblar Hafter su ofensiva sobre Trípoli.

El mariscal Hafter cuenta con el respaldo de Rusia, Arabia Saudí, Egipto y Emiratos Árabes Unidos, mientras que Francia y EEUU le apoyan políticamente (tras el reciente cambio de bando de Washington).

El GNA de Al Serraj, por su parte, está política y financieramente apoyado por la UE, la ONU, Italia y Catar. Recibe además apoyo militar de Turquía.

La conferencia se celebró al más alto nivel. En ella participaron, entre otros, los presidentes de Francia, Rusia, Egipto y Turquía, Emmanuel Macron, Vladímir Putin, Abdelfatah al Sisi y Recep Tayyip Erdogan, los primeros ministros de Italia y Reino Unido, Giuseppe Conte y Boris Johnson, y el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo.

Merkel, fugura mediadora

El papel de Alemania como mediador en un conflicto donde, hasta ahora, no tenía grandes intereses declarados empezó en agosto del año pasado, con un encuentro con Salameh.

Merkel recogió "con entusiasmo", en palabras del enviado de la ONU, el cometido de iniciar una ronda consultiva "con todas las partes implicadas", hasta confluir en la conferencia.

No logró sin embargo sentar alrededor de una mesa negociadora a Al Serraj y Hafter, que "no se han hablado directamente" y "han estado en espacios separados", pero "en comunicación con las discusiones", según la canciller.

Las dos principales partes confrontadas en Libia siguen, por tanto, sin hablarse. Pero Merkel logró en un tiempo relativamente corto sentar a sus principales aliados, militares o políticos, en un mismo espacio y comprometerse a "ejercer su influencia" sobre ellos, además de a respetar el alto el fuego.

Merkel no llegó a afirmar que, ahora sí, Europa habla con una sola voz en el conflicto libio. De sobra conocidos son los intereses confrontados de Francia e Italia. Pero destacó el "gran compromiso" de estos países con lo acordado en Berlín, así como el papel desempeñado en ello por el alto representante de Exteriores de la UE, Josep Borrell.

La canciller aseguró que en la conferencia no se habló de un posible papel europeo como supervisor del alto el fuego, una vez que se consolide sobre el terreno.