Todo ha seguido el guión que muchos, dentro y fuera de Bielorrusia, esperaban y hasta temían. Los sondeos a pie de urna difundidos por la televisión oficial han otorgado la victoria en las elecciones presidenciales de este domingo al jefe del Estado saliente, Aleksándr Lukashenko, con el 79,7% de los votos. La candidata opositora, Svetlana Tikhonóvskaya habría recabado, según estos datos, un irrisorio 6,8% de los sufragios. Y ello, pese a haber congregado en sus mitines electorales a multitudes no vistas en los últimos tres decenios en esta pequeña exrepública soviética.

"Yo creo, que, viendo con mis ojos lo que está sucediendo, la mayoría está con nosotros", ha declarado Tikhanóvskaya al caer la noche. La aspirante opositora se refería a las miles de personas que habían salido a la calle en Minsk y otras ciudades del país esta misma noche de domingo para protestar contra lo que consideran una "manipulación masiva" de los resultados. "Esto es un gran fraude", clama Daria Sherbich a través del teléfono desde la ciudad de Brest, junto a la frontera con Polonia.

El portal Tut.BY, uno de los más populares del país, ha difundido imágenes de un manifestante siendo arrastrado brutalmente por los antidisturbios en la capital. En otro vídeo se puede observar cómo una multitud avanza por una gran avenida mientras vehículos policiales se aproximan a toda velocidad hacia ella. El corresponsal de la agencia Reuters ha informado que las fuerzas de seguridad estaban empleando granadas aturdidoras y que al menos una decena de personas ya habían sido detenidas. Antón, un joven que prefiere no decir su apellido y que participa en las manifestaciones, ha informado a sus familiares que los enfrentamientos son de gran dureza y que hay "sangre heridos", según han explicado éstos a El Periódico de Catalunya a través del teléfono.

Los colegios han cerrado a las 20.00 horas (19.00 hora española) dejando a decenas de miles de votantes a las puertas sin poder entrar. Voces opositoras han denunciado que las juntas electorales de cada centro de voto retrasaban deliberadamente el procedimiento -entre siete y ocho minutos por cada elector- precisamente para frenar a los simpatizantes de Tikhonóvskaya. La oposición había pedido a sus partidarios que acudieran a los colegios este domingo y no en las jornadas previas precisamente para dificultar la falsificación.

Sospechas de fraude

La jornada electoral arrancó con una noticia que, aunque esperada, ya hizo pensar a la oposición que las autoridades no respetarían la limpieza de los comicios. Según las cifras oficiales, el domingo por la mañana, más del 40% de los votantes habían ya depositado su papeleta por adelantado, un método que, según los opositores, facilita la falsificación. Alegando la epidemia de covid-19, la junta electoral había permitido la apertura de los colegios el martes para evitar aglomeraciones.

Tikhonóvskaya ha acudido a votar durante la mañana, arropada por un centenar de sus partidarios. "Quiero una elección limpia", proclamó ante los reporteros que la esperaban. Lukashenko, por su parte, también ha sido madrugador, y ha aprovechado la ocasión para cargar contra su principal oponente. "Y no considero a esa persona como mi principal oponente; son ustedes (lo periodistas) quienes la habéis convertido en mi mayor rival".

Durante todo el día, impresionantes colas se han formado ante los centros de votos, en contraste con la tradicional apatía que solía presidir las elecciones en Bielorrusia. El acceso a internet se ha interrumpido a lo largo del domingo en muchas ciudades. Pese a ello, innumerables denuncias de irregularidades han circulado por las redes sociales. Artsiom Skarabahaty ha compartido un vídeo de su colegio electoral, en el barrio de Zalioni Lug (el Prado Verde) en el que, según él, se veía a "una profesora, miembro de la comisión que presidía el centro de voto" mientras descendía desde una ventana del segundo piso gracias a una escalera portátil, transportando un paquete desconocido.

Ya durante las horas centrales del día, antes de que cerrasen los colegios, se produjeron detenciones. En un barrio de Minsk, policías enmascarados se presentaron y retiraron por la fuerza una bandera rojiblanca, el símbolo de la oposición, que en realidad fue la insignia nacional antes de que Lukashenko la sustituyera por otra basada en la antigua bandera soviética. Varias personas fueron detenidas, mientras los vecinos gritaban: ¡"vergüenza"!