Donald Trump es probablemente el presidente más rico en la historia de Estados Unidos, con una fortuna estimada de 2.500 millones de dólares, según la revista Forbes. Pero es posiblemente también el que menos impuestos ha pagado desde que hay registros. En su primer año en la Casa Blanca, Trump pagó 750 dólares de impuesto federal sobre la renta, la misma cantidad que desembolsó en el ejercicio anterior, aquel 2016 en que ganó las elecciones. Por pírrica que parezca esa cantidad, es bastante más de lo que aportó a la Hacienda pública en diez de los 15 años anteriores, en los que no pagó ni un solo dólar, según ha revelado una investigación de 'The New York Times', que llega a solo dos días de su primer debate presidencial contra Joe Biden.

El motivo de semejante tratamiento fiscal no es otro que las pérdidas multimillonarias que ha declarado al fisco anualmente, así como algunas maniobras contables de dudosa legalidad. Entre 2000 y 2018 sus empresas, un entramado de casi 500 compañías, muchas de ellas a su nombre, perdieron 174 millones de dólares, según el diario neoyorkino, que ha tenido a acceso a las declaraciones sobre la renta cursadas por el magnate inmobiliario durante dos décadas. Esas declaraciones eran uno de los secretos mejor guardados de Estados Unidos, el Santo Grial buscado sin descanso por el periodismo estadounidense.

Porque en contra de lo que prometió en su campaña del 2016, Trump se ha negado reiteradamente a hacerlas públicas, hasta el punto de recurrir al Tribunal Supremo para impedir que el Congreso y la fiscalía de Nueva York pudieran acceder a ellas. Se ha escudado en la auditoría a la que está siendo sometido por parte de la Hacienda pública, aunque nada impide a los contribuyentes revelar sus declaraciones del IRPF por más que estén siendo auditados. Todos sus predecesores desde Richard Nixon optaron por la transparencia.

El presidente reaccionó a las revelaciones del 'Times' afirmando que son "noticias falsas" y que "Hacienda le trata muy mal". Años atrás había presumido de no pagar un céntimo a las arcas públicas, cuando el mismo diario obtuvo alguno de sus retornos fiscales: "No pagué nada porque soy muy listo", dijo durante la campaña que le llevó a la presidencia.Pérdidas anuales millonarias

El retrato que sale de esas informaciones no le deja bien parado. Más que un zorro de los negocios, Trump parece un trilero con talento para dilapidarlos. Incluidos los 427 millones que ganó presentando y licenciando 'El Aprendiz", donde ejercía de gurú empresarial. "Al final Trump ha tenido más éxito en jugar a ser un magnate de los negocios que en serlo en la vida real", escribe el 'Times'. Muchas de sus propiedades más emblemáticas, desde sus campos de golf al Hotel Trump en el centro de Washington, pierden millones anualmente. Y eso que se han convertido en un centro de peregrinaje obligatorio para todos aquellos que pretenden sacar algo del presidente, desde diplomáticos extranjeros a lobistas. A diferencia de lo que marca la tradición Trump se ha negado a desprenderse de sus negocios, incurriendo en lo que muchos consideran un claro conflicto de interés.

En 2018, el último de declaraciones obtenidas por el rotativo, su emporio generó 434 millones en ingresos, pero acabó declarando un pasivo de 47 millones. En realidad, no es nada nuevo. A lo largo de su trayectoria sus empresas se han declarado en quiebra en seis ocasiones, dejando un reguero de impagos en lugares como Atlantic City, la dilapidada meca de los casinos.Deducción de gastos personales

Si las pérdidas declaradas le han ayudado a Trump a no pagar impuestos, también ha recurrido a otras maniobras cuestionables, como su tendencia a deducir gastos que el 'Times' describe como personales. En vivienda, en aviones o hasta 70.000 dólares en tratamiento del cabello. Y el futuro no pinta demasiado bien para sus intereses.

Si la auditoría de Hacienda acaba resolviéndose en su contra podría costarle casi 100 millones de dólares, a los que tiene que añadir otros 300 millones en créditos personales a devolver en los próximos cuatro años. Unas deudas que podrían empujar al presidente a explotar todavía más la presidencia para su beneficio económico personal si acaba conquistando la reelección el 3 de noviembre.

Trump ya ha reaccionado a esta noticia de impacto. Y lo ha hecho a su estilo, vía Twitter y con su clásico "fake news".