Los líderes de la Unión Europea (UE) acordaron este jueves sancionar a Bielorrusia por reprimir a la oposición democrática y elevar el tono contra Turquía por las prospecciones petrolíferas en el Mediterráneo Oriental, dos escenarios diplomáticos cruzados que amenazaban con impedir sendos acuerdos.

Aunque había consenso político para castigar a la Bielorrusia que preside Alexandr Lukashenko, acusado de fraude electoral, dos socios comunitarios, Chipre y Grecia exigían la misma determinación contra la Turquía que preside Recep Tayyip Erdogan y amenazaban con bloquear sendos acuerdos ya que las decisiones de política exterior de la UE requieren unanimidad.

Finalmente, tras unas nueve horas de negociación, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, explicó en rueda de prensa que los Veintisiete encontraron una fórmula mixta que incluye sanciones contra "unas cuarenta personas" a las que la UE responsabiliza de la violencia en Bielorrusia, pero no al propio Lukashenko, y una "doble estrategia" de palo y zanahoria con Ankara.

Bruselas ya había anunciado que sancionaría a Minsk, por lo que, según explicó Michel, el acuerdo que lo hace efectivo refuerza la credibilidad del bloque comunitario, que quiere tener más peso en política internacional.

"Las sanciones contra los actores en Bielorrusia entrarán en vigor, eso significa que la Unión Europea está actuando contra aquellos que se oponen al movimiento democrático. Considero que es una señal muy importante", dijo al término del Consejo Europeo extraordinario la canciller alemana, Angela Merkel.

Otros socios de la OTAN como Canadá y el Reino Unido habían decretado la congelación de activos de Lukashenko esta semana, por lo que los Veintisiete tenían presión para conseguir la unanimidad y esquivar el veto.

Su opinión sobre Turquía

Respecto al conflicto que enfrenta en el Mediterráneo Oriental a Turquía con Grecia, y especialmente con Chipre, los líderes europeos optaron por no escalar el conflicto.

Trasladaron su apoyo y solidaridad "sin fisuras" a sus dos Estados miembros, pero se decantaron por privilegiar el "interés mutuo" y "dar una oportunidad al diálogo" a Turquía, socio en la OTAN que desempeña un papel importante en la contención de los flujos migratorios hacia la UE, explicó el presidente del Consejo.

"Turquía tiene que demostrar que quiere recorrer con nosotros el camino constructivo", dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien a cambio ofreció más cooperación en materia de comercio y migración.

Pero si Erdogan abunda en "las provocaciones y las presiones" y elige la vía de las "decisiones unilaterales que violen la legalidad internacional", la UE utilizará "todas sus herramientas", advirtió.

"No es lo que queremos. Preferimos trabajar en una relación a largo plazo con Turquía", zanjó Von der Leyen, en línea con el enfoque que apoya la canciller alemana, Angela Merkel, y que también respaldaba España, según fuentes diplomáticas.

Esta posición europea "envía una señal muy clara y firme a Turquía sobre Grecia y Chipre", "permite avanzar y pone la responsabilidad del lado de Turquía", dijo, por su parte, el presidente francés, Emmanuel Macron.