El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha regresado este lunes a la Casa Blanca tras abandonar el hospital militar Walter Reed, donde fue ingresado el viernes horas después de que se confirmara su positivo por Covid-19. Nada más llegar al 1600 de Pennsylvania Avenue tras un breve desplazamiento en el helicóptero presidencial Marine One, lo primero que ha hecho ha sido quitarse la mascarilla para volver a posar ante las cámaras. Sin la protección ha entrado en la residencia, donde se podía ver a personal de la Casa Blanca.

El gesto es toda una señal desafiante y una declaración de intenciones del mensaje que quiere lanzar Trump, aún contagiado y en tratamiento y que, aunque eufórico declara sentirse "realmente bien, mejor que hace 20 años", según los propios médicos al frente de su cuidado, "todavía no del todo fuera de peligro". Y por si no estaba claro lo ha registrado en un vídeo que ha tuiteado poco después de regresar a la Casa Blanca, instando a los estadounidenses a que "no dejen que les domine", el virus; a que "no le tengan miedo", algo que también había escrito horas antes desde el hospital.

Una vez más Trump, de 74 años, volvía a minimizar la gravedad y la seriedad de la pandemia, justo antes de que la cifra oficial de muertos en EEUU por coronavirus superara las 210.000 personas. Es la irresponsabilidad en esteroides.

"Pronto de vuelta en la campaña"

Poco antes de salir del hospital Trump también ha usado su red social preferida para retuitear a una periodista que lo ha definido como un "héroe invencible" que ha sobrevivido "al virus chino" y para prometer que estará de vuelta en la campaña electoral "pronto". Y en ese mensaje ha vuelto a acusar a los medios de dar "noticias falsas" y mostrar solo "encuestas falsas", poniendo en duda prácticamente todos los sondeos, que dan considerable ventaja a nivel nacional a Joe Biden, su rival en las elecciones del 3 de noviembre, y aunque de forma algo más ajustada también colocan por delante al demócrata en varios estados bisagra clave.

Explotación electoral

Lo cierto es que Trump ya está en campaña. Y su desafiante regreso a la Casa Blanca da una sacudida, otra más, al terremoto político que se inició cuando en la madrugada del jueves al viernes se anunció que el presidente había dado positivo.

Se mantienen múltiples interrogantes sobre el estado de salud del mandatario, que sigue en un tratamiento que incluye remdesivir y el esteroide dexametasona (uno de cuyos efectos secundarios puede ser la euforia) pero las últimas 48 horas han mostrado su disposición, y la de su campaña, de explotar electoralmente su contagio.

"Tiene experiencia como comandante en jefe, como hombre de negocios y ahora luchando contra el coronavirus como individuo, Joe Biden no tiene esas experiencias de primera mano", decía este lunes en FoxNews Erin Perrinne, portavoz de la campaña del republicano.

El propio Trump el domingo por la tarde, como había hecho el sábado, colgó en Twitter un vídeo con un mensaje enérgico en el que aseguraba que ha "aprendido mucho de covid", la enfermedad sobre la que, como presidente, lleva recibiendo información desde enero. "Esta es la escuela de verdad, no la de leer libros", decía desde el hospital. "Sé lo que es. Lo entiendo".

También el domingo, en una decisión que ha sido ampliamente cuestionada por expertos médicos e incluso por miembros del Servicio Secreto encargados de protegerle, Trump se dio un paseo en el coche presidencial blindado para saludar a los seguidores que se habían concentrado a las puertas del Walter Reed.

Este lunes, desde antes de las siete de la mañana, había reactivado con intensidad su actividad en Twitter con más de dos decenas de mensajes, incluyendo 15 colgados en 25 minutos en sus clásicas mayúsculas, llamando a votar tras mencionar las bolsas, el ejército, la fuerza espacial, la libertad religiosa o la segunda enmienda, entre otros temas.

"Necesito salir de aquí"

Trump estaba ansioso por abandonar el centro médico militar y según fuentes de CNN este lunes había estado diciendo en llamadas a allegados: "Necesito salir de aquí". Y detrás de sus movimientos y su ansiedad está su empeño por mostrar al país y al mundo que es funcional pero también, según fuentes de 'The New York Times', su sensación de "aburrimiento" y de "estar atrapado".

Enganchado a la cobertura mediática mientras estaba en el hospital de Bethesda (Maryland), ha estado especialmente molesto por las especulaciones sobre su estado de salud (a las que han contribuido los mensajes propagandísticos de su equipo médico y la falta de credibilidad de la información que sale de la Casa Blanca). También, por las elucubraciones sobre un potencial traspaso de poderes en caso de que fuera necesario al vicepresidente Mike Pence, que ha tomado el papel central en los actos en persona en la campaña y que un día después del debate vicepresidencial del miércoles con Kamala Harris en Utah (donde los dos candidatos y también la moderadora estarán separados por pantallas de plexiglas) ofrecerá un mitin en Arizona.

Siguen los contagios

No se puede descartar que el osado enfoque de Trump y el presidente le de algún rédito político y ya ha encontrado eco en sus bases más fieles pero también está siendo ampliamente cuestionado, incluso desde dentro del Ala Oeste, donde continúa el goteo de positivos por Covid-19 que evidencian las consecuencias del desprecio que hasta ahora el mandatario y sus más cercanos asesores han tenido por directrices sanitarias para contener el virus.

Este lunes se confirmaba el contagio de la secretaria de prensa, Kayleigh McEnany, que no se puso en cuarentena tras saber que había estado expuesta a una persona contagiada (Hope Hicks) y tanto el viernes como el domingo se quitó la mascarilla para dirigirse a los periodistas. También se ha informado del contacto de otros dos funcionarios del equipo de comunicación de la Casa Blanca y dos empleados domésticos. Y a la lista de contagiados que estuvieron en el acto el día 26 de presentación de la jueza Amy Coney Barrett como nominada para el Tribunal Supremo se había sumado el fin de semana un tercer senador republicano y este lunes lo ha hecho un reverendo.

Hay malestar creciente entre trabajadores del Ala Oeste por la falta de protocolos unitarios (aún no es obligatorio el uso de mascarillas) y de información. Y el malestar se ha elevado a indignación entre algunos agentes del Servicio Secreto, especialmente tras el paseo en coche que Trump dio alrededor del Walter Reed, por más que un portavoz asegurara que "se tomaron precauciones adecuadas para proteger al presidente y a todos los que le apoyan". "Ni siquiera pretende ya que le importa", denunciaba protegido por el anonimato uno de los agentes en 'The Washington Post'. "Nunca debería haber pasado", decía otro a CNN. "La frustración con cómo se nos trata en lo que respecta a decisiones sobre esta enfermedad viene de antes. No somos desechables".

La decisión de Trump de quitarse la mascarilla nada más volver a la Casa Blanca demuestra que las preocupaciones de los funcionarios no entran entre las prioridades del mandatario.

Fauci alerta de que Trump podría tener una recaída

A pesar del optimismo del presidente, el principal responsable científico en la lucha contra el coronavirus en Estados Unidos, Anthony Fauci, ha advertido este lunes que Donald Trump podría tener una recaída en los próximos días pese a su "buen aspecto", pues "el problema es todavía lo suficientemente reciente".

"No es ningún secreto que si miras el cuadro clínico de las personas que han contraído la enfermedad a veces, cuando sólo hay entre cinco y ocho días del inicio del contagio, puede haber una recaída", ha señalado Fauci durante una entrevista para la cadena estadounidense CNN, recogida por Europa Press.

Sin embargo, Fauci, quien dirige el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, ha mostrado cierto optimismo en relación al estado de salud del presidente Trump, en especial debido a su "muy buen aspecto".

"Es poco probable que suceda, pero deben estar atentos. Él lo sabe. Los médicos lo saben. (...) No se está fuera de esto hasta que hayan pasado varios días, pero en verdad parece tener buen aspecto", ha añadido.

Fauci también ha señalado que la terapia experimental con anticuerpos Regeneron que recibió el presidente Trump el pasado viernes podría haber "marcado la diferencia" y ayudarle a combatir los peores síntomas de la enfermedad, pues los científicos que estudian este tratamiento ya se han mostrado "cautelosamente optimistas" con él.

"Hemos tenido experiencia con otras enfermedades, (...) ha sido uno de los dos tipos de anticuerpos que tuvo mayor éxito con el ébola (...) lo que nos hizo ser cautelosamente optimistas (...), pues tiene el potencial de ser realmente algo muy, muy importante en el tratamiento de pacientes con covid-19", ha dicho.

Además de esta terapia, el presidente Trump también ha sido tratado con el medicamento antiviral remdesivir y dexametasona, un esteroide, que ya había demostrado una relativa eficacia en pacientes de covid-19.