La transición en Estados Unidos ha empezado. El presidente electo Joe Biden y su equipo están ya manos a la obra, por más que Donald Trump se niegue a reconocer el dictado de las urnas y aunque la Administración del republicano esté impidiendo de momento el arranque oficial del proceso. Y en los primeros pasos del demócrata, que tiene funcionando desde mayo un grupo de transición que ya ha recaudado siete millones de dólares para su trabajo y ahora pone el pie en el acelerador, se vislumbra ya el trascendental cambio de ciclo que representa su elección.

El sábado por la noche, cuando el demócrata dio en Wilmington (Delaware) su primer discurso como presidente electo, su mensaje a la nación fue uno de unidad, una llamada a "curar heridas", un ruego por "dejar atrás la retórica dura y bajar la temperatura", una llamada a que la "era sombría de la demonización en América empiece a acabarse". Pero hubo también un compromiso concreto con empezar a cumplir el "mandato para la acción" que Biden ha identificado en su contundente victoria. Y ahí deletreó las cuatro prioridades, colgadas también ya en la flamante web de la transición y en las nuevas cuentas en Facebook, Twitter e Instagram: la lucha contra el coronavirus, por la recuperación económica, por la igualdad racial y contra el cambio climático.

Este mismo lunes el demócrata va a anunciar los 12 integrantes de su equipo de trabajo contra la pandemia, a cuyo frente estará Vivek Murthy, que fue médico principal del gobierno durante la presidencia de Barack Obama. Quedarán encargados de diseñar todos los detalles de planes de Biden que incluyen el retorno a la Organización Mundial de la Salud (OMS) con que rompió Trump; una llamada al doctor Anthony Fauci, el principal virólogo del país al que el presidente saliente ha denostado; establecer una nueva cadena de suministro nacional que garantice la producción y distribución de medicamentos, vacuna y material médico y de protección, para la que podría intensificar el uso de la Ley de Producción de Defensa; así como establecer una junta que supervise las pruebas.

La barrera de Trump

"No estamos esperando para hacer el trabajo", ha dicho estos días Biden, que lo está demostrando. Pero el rechazo de Trump a aceptar la derrota tiene impacto en cómo y hasta qué punto se puede organizar ese trabajo. Solo cuando la Administración de Servicios Generales certifique un ganador podrán Biden y su equipo de transición acceder a los 6,6 millones de dólares de fondos federales que se asignan para el proceso y, sobre todo, solo entonces podrán tener acceso a la información de cada departamento y agencia federal, algo básico para determinar qué acciones hay que tomar en cada uno. Pero al frente de Servicios Generales está Emily Murphy, nombrada por Trump, y no parece tener prisa por reconocer al demócrata como ganador.

Incluso con esa barrera fundamental el equipo de transición, compuesto actualmente por 75 personas pero que podría crecer hasta las 300, no frena. Al frente está Ted Kaufman, que durante dos décadas fue jefe de gabinete de Biden en el Senado, le dio el relevo en el escaño cuando llegó a la vicepresidencia y allí ayudó a reescribir precisamente la ley que regula la transición.

Planeando el gabinete

A lo largo de la semana podrían empezar también los anuncios de su equipo en la Casa Blanca, ninguno más fundamental ahora que el de quien podría ser su jefe de gabinete, un puesto para el que el nombre más barajado es el de Ron Klain, que ya desempeñó esa función para él en su etapa de vicepresidente y fue coordinador de la respuesta al ébola. Y alrededor de Acción de Gracias, a final de mes, se esperan anuncios de elegidos para componer su gabinete, que ha prometido que será el más diverso de la historia. Los interrogantes sobre algunas de las selecciones se mantendrán, especialmente porque los secretarios son parte de los 1.200 altos cargos (de 4.000 que nombra un presidente) que necesitan confirmación del Senado. La composición definitiva de esa cámara está en el aire por lo menos hasta el 5 de enero, cuando en Georgia se celebra la segunda vuelta de elecciones por dos escaños.

Todo es parte de un complejo puzle necesario para ejecutar la agenda preparada para en cuanto Biden tome posesión el 20 de enero de 2021, y es intensa. En las primeras horas y días el presidente electo tiene previsto reincorporar a EEUU al Acuerdo del Clima de París y empezar a reinstaurar algunas de las 100 regulaciones de protección medioambiental que Trump ha desarticulado, devolver también el derecho de sindicarse para los funcionarios despojados de ese derecho por Trump el mes pasado, poner fin al veto a ciudadanos de países de mayoría musulmana o elevar el número de refugiados. En muchos casos Biden, podrá hacerlo usando solo el poder ejecutivo, una herramienta que no quiere favorecer pero a la que, dependiendo de cómo quede el Senado, quizá tenga que recurrir más de lo que gustaría.