La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado este miércoles el uso de la vacuna Johnson & Johnson, "incluso en los países en los que circulan nuevas variantes de la COVID-19".

La vacuna, aprobada por la OMS la semana pasada, también es la más seguras para las mujeres embarazadas, aunque, al igual que con otras marcas ya autorizadas, la recomendación es solo para que aquellas que están en grupos de riesgo, ha precisado la organización.

Estas son las recomendaciones del Grupo Estratégico Asesor de Expertos sobre Vacunación (SAGE, por sus siglas en inglés), que han destacado el uso especialmente recomendado de esta vacuna para personas de la tercera edad y de quienes tienen enfermedades crónicas, ya que son los grupos más en riesgo, a pesar de que se recomienda en general para mayores de 18 años, sin límite de edad.

Por otro lado, este grupo de expertos también ha asegurado este miércoles en una rueda de prensa que los incidentes de casos de trombosis con el inmunizador Janssen "no son suficientes para no usarla".

Durante los ensayos, en los que participaron casi 44.000 personas, 10 de las 22.000 personas que recibieron la dosis placebo desarrollaron un coágulo de sangre, o episodios tromboembólicos, mientras que 14 de las 22.000 restantes que fueron inoculadas con una dosis real desarrollaron un coágulo.

En referencia a los países donde hay circulando nuevas variantes del virus, los expertos recomiendan que las personas que ya han pasado el COVID-19 no esperen para vacunarse si tienen acceso a la inoculación.

La última de las recomendaciones de los expertos es que se priorice para la vacunación a las personas en entornos como campos de refugiados y de detención, prisiones, barrios marginales y otros entornos con alta densidad de población, donde el distanciamiento físico no es posible.

No relajar medidas

La Organización Meteorológica Mundial ha advertido, a su vez, que el inicio de la primavera no debe ser una excusa para relajar las medidas de prevención contra el coronavirus y que las medidas como el uso de la mascarilla, las restricciones en los viajes y las cuarentenas son eficaces mientras que los factores meteorológicos, incluida la calidad del aire, no impiden la propagación del virus.

De hecho, "vimos oleadas de infecciones que aumentaron en las estaciones cálidas y en las regiones cálidas durante el primer año de la pandemia, y no hay evidencia de que esto no pueda volver a suceder este año", ha remarcado el copresidente del equipo de trabajo que llevó a cabo la investigación, el doctor Ben Zaitchik.

Un informe presentado por la agencia también analiza el papel potencial de la estacionalidad, recogiendo la posibilidad de que, en unos años, la COVID-19 se convierta en una enfermedad fuertemente estacional.