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Fallo judicial

La India, contra el peor empleo del mundo

La limpieza manual de letrinas persiste tres décadas después de su ilegalización

Un hombre limpiando una fosa séptica en la India.

Es la mayor ignominia de la India moderna, probablemente, y el peor oficio el mundo, eso seguro. Un ejército de descastados que vacían letrinas y limpian fosas sépticas, a menudo con apenas sus cabezas sobresaliendo del engrudo, y sin más herramientas que sus manoscubos o escobas. Las iniciativas para erradicar ese fétido vestigio clasista no han sido escasos ni fructíferos. La última llegó esta semana desde la Corte Suprema de Madrás, capital del estado de Tamil Nadu, que sentó que el empleador será perseguido legalmente por la muerte de un trabajador en una fosa séptica. El tribunal subrayaba una obviedad: el drama no acabará mientras los últimos responsables sigan impunes. La denuncia llegaba de Safai Karmachari Andolan, una organización que pelea por los derechos del gremio, y que ensalzó el fallo como un enorme e histórico mojón en una lucha que empezó tres décadas atrás.

La práctica es ilegal desde que una ley de 1993 prohibió la contratación de trabajadores para recoger o transportar heces humanas y la construcción de letrinas sin desagües. Los castigos no superaban las 2.000 rupias (22 euros) y un año de cárcel. La ley de 2013 asumía el fracaso y los subía a 500.000 rupias (5.565 euros) y cinco años de cárcel. También sentaba que la práctica era "denigrante" e introducía un programa de ayudas económicas y formación laboral a los que la abandonaran. Tampoco funcionó.

Su ilegalización la ha empujado a la economía sumergida, con un ovillo de subcontratas que desorienta a la justicia y la olímpica ignorancia de las más elementales medidas de seguridad. El trabajo, antes que asqueroso, es peligroso. Las organizaciones hablan de entre 800 y 1.700 muertes entre 1993 y 2019. Muchos pierden la conciencia por la inhalación de gases como el metano o amoníaco o se ahogan tras resbalones, colapsos de la precaria infraestructura o la ruptura de la cuerda que les sujeta. La lista de enfermedades asociada a ese ecosistema laboral incluye asmagastroenteritispoliocólera, infecciones cutáneas variadas...

110 euros al mes de salario

Cuantificar a los empleados en una industria ilegal no es fácil. El Gobierno asegura que sus políticas han reducido los casi 800.000 de 2008 hasta los menos de 50.000 del pasado año. Los activistas desdeñan las cifras como optimistas y hablan de más de un millón. Un censo de 2011 señalaba que casi 200.000 hogares indios dependían de la limpieza artesanal de letrinas con unos sueldos mensuales que en el mejor de los casos rondan las 10.000 rupias (unos 110 euros). 

El cuadro económico y social explica su resistencia a la desaparición. Los trabajadores pertenecen a la comunidad valmiki, un subgrupo de los dalit intocables. El intrincado sistema de castas es inconstitucional pero sigue perfilando la sociedad india. Sostienen los valmiki que no se les ofrecen otras alternativas tan pronto revelan en las ciudades su casta. La imposibilidad de vencer los prejuicios que asocian valmikis con limpiadores convierte en irrelevante su escolarización o formación y la corrupción y burocracia entorpecen los programas de ayudas.

India se afana en empujar al siglo XXI su red de excusados y los métodos de limpieza. Una iniciativa del pasado año pretendía mecanizar todas las operaciones en tanques sépticos en 243 ciudades y la recogida de excrementos sobre las vías del tren.

Persisten muchos deberes pendientes. Más de 600 millones de indios carecen de lavabo adecuado o se desahogan a la intemperie. El cuadro es más dramático en los slums o en la India rural, con un hoyo en el suelo que requiere ser vaciado a menudo. En las ciudades no hay más de un 30% de hogares con retretes conectados al alcantarillado, viejo a menudo y propenso al atasco. Y, con rebosante hoyo o cañería obstruida, la tradición milenaria india contempla a un valmiki.

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